Taranto (Italia). Desde hace algunos años, la Inspectoría Romana  de San Juan Bosco (IRO), junto con la Inspectoría Emilia-Ligure-Toscana Nuestra Señora del Cenáculo (ILS) y la Inspectoría Central de los Salesianos de Don Bosco, organiza algunas experiencias misioneras de verano.

Pequeños grupos de jóvenes llegan a las realidades misioneras de las Hijas de María Auxiliadora para ponerse al servicio después del curso de formación – llamado MissioLab – vivido durante el año. Los jóvenes se van conscientes de que serán ellos los que aprendan y crezcan, y se entusiasman con ello. Después de la experiencia en Egipto, Etiopía y Malta el año pasado, este año los jóvenes conocieron las realidades de Taranto y Benín.

Del 17 al 26 de julio de 2024, un grupo de ellos llegó al Oratorio ‘L‘Aquilone’ de las Hijas de María Auxiliadora de la Inspectoría Nuestra Señora del Buen Consejo (IMR) en Taranto, para participar, en colaboración con las FMA y los educadores locales, en actividades de educación de calle.

Corrado, del Grupo Misionero de Taranto, relata la experiencia de la siguiente manera:

Todo comienza, como siempre, con la Palabra del Señor. Nuestra partida es acogida por las palabras del Evangelio de Marcos: ” y los envió de dos en dos […] Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón ” [Mc 6,7-13]. En este pasaje se contienen los primeros pasos de nuestra experiencia misionera. Para acompañarnos, no tenemos físicamente un bastón de apoyo, sino la cruz de un mandato misionero, signo indeleble del verdadero y primer apoyo: Jesús.

Fortalecidos por esto, todas las mañanas nos dirigimos de puntillas a ‘Piazzale Nenni’ para jugar con los niños y niñas de este lugar y tratar de alegrar, aunque sea por un corto tiempo, sus mañanas con juegos y risas, en el esfuerzo educativo compartido destinado a vencer las voces que escuchan a diario y las historias de vidas que ya parecen estar destinados a imitar:  la calle, la delincuencia, las adicciones, un torbellino de vicios y desechos.

El barrio Pablo VI de Taranto, epicentro de nuestra misión, he visto y experimentado la oscuridad durante mucho tiempo. Son pocos los que desafían la entrada en el tejido de la calle y apuestan por salvar corazones. Llamados a leer en los corazones el potencial para el bien están las Hijas de María Auxiliadora, que aquí se enfrentan cada día a las guarderías del crimen. Es gracias a su acción incesante y benévola, bajo la guía de Sor Mariarita y Sor María del Oratorio “L’Aquilone”, que es posible incluso contar nuestra experiencia.

Nuestra misión es posible en la óptica de su servicio agotador y continuo en el territorio y en la comunidad, que nos enseña cada día cómo la misión es un ejercicio de fe y de alegría, de caridad y de amor, de esperanza y de pasión. Las dos FMAs, de hecho, se encuentran con pruebas cotidianas a las que hay que responder con sabiduría y prontitud y con obstáculos que hay que superar con la perseverancia de la oración y de la escucha, ayudadas por personas magníficas que se ponen al servicio de los demás y del oratorio.

En un contexto tan denso como el de ‘Piazzale Nenni’, donde todo parece destinado a esfumarse entre hogueras, cenizas, muebles, tierra, maleza, escombros, desilusiones, vergüenza y rostros que prefieren esconderse, nos movemos en un intento de construir caminos de esperanza en la marginalidad, estando entre ellos, tratando de encontrarnos con ellos de manera auténtica, sin fingir confianza y hacerles entender que hay una alternativa a la cultura ruinosa de la calle.

Dando continuidad a la actividad que se realiza en las calles por la mañana, por la tarde acogemos con alegría a los niños y niñas en los espacios del oratorio ‘L’Aquilone’, participando de las Olimpiadas de la Paz, donde podrán divertirse y aprender.

No sabemos cuánto seremos recordados, cuán concretamente cambiaremos las cosas o con qué eficacia nuestra presencia y nuestro ejemplo ayudarán a esta realidad. Sin embargo, podemos decir con certeza que lo que se ha hecho, visto, realizado y experimentado en el barrio Pablo VI de Taranto nos cambiará para siempre.

Medimos a través las diversas frases que nos dirigen, como: “lástima que no estareís mañana “, “así que el sábado te vas” o “aquí me siento como en casa” el cariño que estos niños y jóvenes, con una vida ya vivida, están dispuestos a donar cada día.

Decimos “gracias”, un agradecimiento sincero y compartido, que reúne en sí mismo nuestros deseos y nuestras esperanzas: ser telares, agujas e hilos de un hilo nuevo y fecundo, el que contribuirá, bajo las manos del sabio Sastre, el Señor Jesús, a confeccionar vestidos a la medida de la dignidad, a la medida del respeto, a la medida del amor fraterno y humano, a la medida del apoyo, a la medida del corazón.

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