Visión Carismática
Somos una Familia Religiosa nacida del corazón de San Juan Bosco y de la fidelidad creativa de Santa María Domenica Mazzarello.
Las Hijas de María Auxiliadora, consagradas a Dios para servir a Jesucristo en comunidad, dedican su vida a la Educación humana, cristiana y salesiana de las/los jóvenes. Don Bosco ha escogido para ellas a María, la Auxiliadora, porque Ella supo encarnar y vivir la pedagogía del “cuidado”, pedagogía que hace que las FMA sean mujeres generativas de vida en el corazón de la Contemporaneidad al servicio de los jóvenes con pasión educativa.
En el mundo son conocidas también como Hermanas Salesianas y Salesianas de Don Bosco
El 5 de agosto de 1872, Madre Mazzarello y el primer grupo de once jóvenes mujeres pronuncian su “Sí”, como María, para ser “auxiliadoras” con y entre las/los jóvenes.
“Por un don del Espíritu Santo y con la intervención directa de María,
San Juan Bosco fundó nuestro Instituto como respuesta de salvación a las aspiraciones profundas de las jóvenes.
Le transmitió un patrimonio espiritual inspirado en la caridad de Cristo, Buen Pastor, y le imprimió un fuerte impulso misionero.” (Const. FMA 1)
Misión Carismática
La dimensión misionera es elemento esencial de la Identidad del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora (Const. FMA 75) y se expresa, en la Contemporaneidad, en la opción por la Educomunicación para vivir el Sistema Preventivo, a la luz de la visión antropológica cristiana, como llamada de Dios y fidelidad al carisma salesiano en el estilo del Da mihi animas cetera tolle y del “A ti te las confío” (cf. Actas CG XXIII, n.66, 4).
Animadas por el carisma salesiano con los rasgos específicos del “espíritu de Mornese”, las FMA tienen como finalidad de su obra el crecimiento integral de las personas, el acompañamiento de los jóvenes en su camino de maduración del proyecto de vida, la formación a la fe y la educación a una ciudadanía activa, a la gratuidad y a la solidaridad, en el estilo del Sistema Preventivo de Don Bosco.
La educación de la mujer joven es una opción prioritaria de las FMA que se concreta en los distintos Países con intervenciones diversificadas: formación cultural y evangelización, inserción en el mundo del trabajo, promoción de cooperativas femeninas en las misiones, recuperación de las chicas víctimas de la prostitución, del tráfico de personas, orientándolas a luchar por la propia dignidad y por la elaboración de una cultura inspirada en el humanismo cristiano.
Entre las obras de las FMA se cuentan: el Oratorio- Centro juvenil, Escuelas y Centros de formación profesional, Instituciones de Estudios Superiores, obras para niñas/os, adolescentes, jóvenes en situación de desamparo, Centros de Espiritualidad, Centros de Promoción de la Mujer, la Asociación del Voluntariado Internacional Mujer Educación Desarrollo (VIDES), la Oficina de los Derechos Humanos (IIMA- Suiza).
Estas obras están animadas por Comunidades Educativas FMA movidas por el ardor del da mihi animas cetera tolle con la sensibilidad femenina, inspirada en el carisma del Instituto, abierto a la colaboración con las familias, con las Instituciones, con laicos y laicas que con ellas comparten la misma misión. En sintonía con el corazón de las/los jóvenes, se ponen a la escucha para discernir “otros lugares” donde vivir la lógica evangélica del don y de la fraternidad; se dejan interpelar por todas las periferias humanas, con particular atención a la situación de los jóvenes y de las jóvenes mujeres; por la movilidad humana, por el cuidado de la casa común, por los ambientes digitales, por la búsqueda de una paz justa y segura.
Las Comunidades Educativas de muchos rostros, “fundadas en la presencia de Cristo Resucitado y nutridas de Él, Palabra y Pan” (Const. FMA, n 49), viven la misión compartida que es participación en el mismo carisma como don del Espíritu Santo para el presente y para el futuro en el cual los laicos son parte “activa, consciente y responsable de la misión de la Iglesia” (Exhortación apostólica post-sinodal Christifideles Laici, 1988, n.3). En el actual contexto mundial sienten fuerte la llamada a ser una presencia profética, signo de unidad y de inclusión, en el compromiso evangélico de transformación social y cultural, para promover la vida y construir un mundo más humano y abierto al Evangelio.