Roma (Italia). Al aproximarse de la Solemnidad de Todos los Santos, el 1 de noviembre de 2022, publicamos el Mensaje de la Superiora General del Instituto de las FMA, Madre Chiara Cazzuola, con ocasión del momento de oración Holy Ween, transmitido online el 30 de octubre de 2022.

Queridas hermanas,

Se me ha pedido que reflexione con vosotras sobre el significado de la santidad. ¿Qué es la santidad para mí, Hija de María Auxiliadora, qué es la santidad en nuestro Instituto, en qué consiste? Pienso que ante todo la santidad a que nosotras estamos llamadas es una santidad ordinaria. Esto lo deducimos revisando la génesis de la obra, de la vocación de Don Bosco y también de Madre Mazzarello. Para Don Bosco, para Valdocco, la santidad era de casa. Pero también en Mornese la santidad se vivía como una actitud cotidiana, normal: una santidad ordinaria que toca la vida de todos, a la cual todas/todos estamos llamados. Una santidad a la medida de la persona, humana.

Ya el Aguinaldo de este año nos ha llevado a profundizar este argumento, porque hemos visto que para San Francisco de Sales existe precisamente esta mediación: el paso del concepto de santidad, que entonces en la Iglesia era visto como algo aristocrático, de nobles, sólo para algunos espíritus.  Con San Francisco de Sales se redescubre como un elemento fundamental en la vida cristiana.

Así para Madre Mazzarello la santidad era casi una ansiedad – una ansiedad claramente positiva – y cuando ella escribe a las hermanas, muchas veces subraya esta vocación a la santidad: este vivir día a día con coraje, porque debemos hacernos santas y ricas de  muchos méritos, porque la vida pasa de prisa, porque nuestra vida no es larga, no es duradera, y en Mornese ésta era una experiencia de todos los días.

Entonces, esta conexión con la eternidad para  Madre Mazzarello fue la forma de iluminar la vida ordinaria; por tanto, la vida ordinaria tenía una prolongación en el pensamiento de la eternidad. Pero sobre todo la santidad es vivir en la presencia de Dios, sentirse habitadas por Él y habitar en Él, y por tanto impregnar toda la actividad cotidiana del sentido de Dios. Vivir con Él, hacer con Él y para Él.

Cuando nosotras pensamos en Madre Mazzarello, corremos el riesgo de pensarla demasiado elevada. Basta releer algunas Cartas. Cuando ella habla de la lucha interior, de los defectos – por ejemplo dice: No queremos hijas que no tengan defectos, sino que no hagan paz con los defectos” – ella misma consuela a las hermanas que más luchan diciendo: “Mira, también yo sé lo que eso significa”. Se pone a nivel humano, dando su comprensión a quienes luchan por emprender este camino de santidad. De una santidad que pasa por las actividades de cada día, que hace una síntesis entre la vida fraterna, la oración y la misión. Sintetiza la relación con Dios con la relación con los demás, la relación comunitaria, la relación educativa, con las jóvenes, los niños que nos han sido confiados.

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