Vallecrosia (Italia). Celebrar don Bosco es celebrar la alegría, la fiesta, la vida. Los muchachos de las escuelas de primer y segundo grado del territorio de la Liguria, el miércoles 31 de enero recordaron a Don Bosco, Padre y Maestro de la juventud, Fundador de los Salesianos y de las Hijas de María Auxiliadora. Estaban presentes, junto a los SDB y FMA, muchos padres, ex alumnos y amigos de don Bosco.
La Santa Misa, celebrada por el obispo Mns. Antonio Suetta, se inició con la evocación del sueño de los 9 años de Don Bosco: los muchachos de la Escuela Andrea Doria representaron a Juan Bosco en la escena que culminaba en la llamada: “ Yo te daré una maestra y ella te enseñará el camino.”
“En este sueño – subrayó el Obispo – tiene el origen toda la obra de don Bosco, caracterizada por un amor incondicional hacia los jóvenes transmitido con alegría, que da vida y ayuda a crecer desde dentro hasta llegar a ser “buenos cristianos y honrados ciudadanos”, como decía el Santo de los jóvenes. Pero para crecer – continuó el Obispo – hace falta hacerse una pregunta muy precisa y reflexionar sobre la posible respuesta: ¿Qué quiere Dios de mí? ¿Cuáles podrían ser sus proyectos sobre mi vida? Dejad abiertas las puertas de vuestros corazones y poneos a la escucha de la llamada del Señor, como Juanito, que primero no entendió lo que el Señor le pedía, pero supo escuchar y dejarse guiar por Él, para aprender la vida del Evangelio.”
Recordando a uno de los muchachos que frecuentaron el oratorio de don Bosco, Santo Domingo Savio, con quien compartió después la gloria del altar, Suetta dijo a los jóvenes: “ Haced vuestro lo que había entendido este joven Santo, que respiró de verdad el clima querido por don Bosco para los jóvenes: “Sabed que nosotros hacemos consistir la santidad en estar muy alegres”. No existe santidad auténtica sin alegría auténtica.”
El Obispo se dirigió, por tanto, a los educadores: “Es fundamental vuestro rol al lado de las familias en la maravillosa aventura de la educación. Se trata no sólo de enseñar conceptos, sino también de enseñar a moverse en el mundo, fieles a la feliz intuición de don Bosco. Él quería que de sus escuelas salieran “buenos cristianos y honrados ciudadanos”, capaces de moverse en la sociedad frenética de hoy, pero atentos a los valores de siempre, para poder un día construir una sociedad fundada en la justicia y la caridad, sobre todo hacia las personas más pobres e indefensas.”
Fue un encuentro de familia, de fiesta, de alegría: contemplando aquella cantidad de chicos parecía que se oían las palabras de don Bosco: ”Os quiero felices en el tiempo y en la eternidad.”