Roma (Italia). Era el 13 de marzo de 2013 cuando el cardenal Jorge Mario Bergoglio se dirigió a una plaza de San Pedro abarrotada para su primer saludo como Papa y para la bendición “urbi et orbi”, no sin antes, como es su estilo, haber pedido “al pueblo la bendición sobre él:

“Os pido un favor: antes de que el Obispo bendiga al pueblo, os pido que oréis al Señor para que me bendiga: la oración del pueblo, pidiendo la Bendición para su Obispo”.

En esa primera conversación con la gente ya brotan gestos, silencios y expresiones que en estos diez años de Pontificado como 265º Sucesor de Pedro han acostumbrado al mundo, no sólo al católico, a reconocerlo como un buen y compasivo pastor, cercano en los problemas y presente en las vicisitudes humanas, un pastor “con olor a oveja”.

El 13 de marzo de 2013 marca el inicio de “un camino de fraternidad, de amor, de confianza”, palabras que pronunció aquella tarde, que se encuentran en muchos documentos y caminos recorridos con paciencia y decisión, humildad y profundo respeto por toda la humanidad. .

Para agradecer al Santo Padre “por este tiempo de gracia grande” y asegurar la oración en nombre de todas las Hijas de María Auxiliadora presentes en los cinco continentes – especialmente el 13 de marzo – la Madre General del Instituto FMA, Sor Chiara Cazzuola, junto con las Hermanas del Consejo General, llegó al Papa Francisco con una carta:

Padre Santo,

Con profunda gratitud en mi corazón, me uno a toda la Iglesia en la alabanza del Señor por los diez años de su pontificado: un tiempo de gracia grande que, a través de su magisterio, ha dado luz, apoyo, valor y esperanza a toda la familia humana.

Como Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, nos sentimos parte viva de esta realidad que cuida con ternura de Padre, con sabiduría apostólica, con la fuerza del amor que sabe servir dando vida.

Cada día confiamos a María Auxiliadora todas vuestras intenciones, como nos enseñaron nuestros Fundadores. Y con la oración viene el compromiso de educar a las nuevas generaciones a ser solidarios con los necesitados, hacer gestos concretos para construir la fraternidad universal, proteger con amor la creación, abrir horizontes de esperanza y vislumbrar la luz en un tiempo de incertidumbre y oscuridad. Todo esto pretende ser nuestro simple y pequeño regalo para celebrar sus diez años de Pontificado.

En nombre de las Hermanas del Consejo General, de todas las Hijas de María Auxiliadora, de las comunidades educativas y de los jóvenes dispersos por el mundo, renuevo mi agradecimiento por ser para nosotras un signo tangible del amor y la misericordia de Dios. Le pido con confianza el don de su bendición sobre nuestro Instituto y sobre la misión que nos ha sido confiada.

Siéntannos particularmente cerca con la oración y el afecto el 13 de marzo.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.