Roma (Italia) El 24 de mayo de 2020 se celebra la Fiesta de María Auxiliadora, seguida especialmente en las realidades salesianas de todo el mundo, que se preparan a vivirla con una Novena “especial”, en la cual se confía a la Auxiliadora la humanidad y el fin de la pandemia Covid-19.
La devoción a María Auxiliadora se había ya difundido en la época de San Pío V y se propagó en seguida después de la victoria de los Cristianos contra los Turcos, en Lepanto (1571) y en Viena (1683). La Fiesta de María Auxiliadora fue fijada en la fecha del 24 de mayo por el Papa Pío VII, después de su liberación de la prisión napoleónica (1814). Don Bosco se hizo apóstol de la devoción a la Auxiliadora en tiempos particularmente difíciles para la Iglesia, y confió al futuro Cardenal Cagliero en 1862: “La Virgen quiere que la honremos bajo el título de María Auxiliadora: los tiempos que corren son tan tristes que tenemos necesidad de que la Virgen Santísima nos ayude a conservar y defender la fe cristiana” (MB 7, 334).
Para expresar a María Auxiliadora su agradecimiento, Don Bosco en 1868 erigió en Valdocco (Turín) una Basílica dedicada a ella, y quiso también que esta acción se perpetuase edificando lo que él llamó un “Monumento vivo”, fundando en 1872, junto a Santa Maria Domenica Mazzarello, el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora.
La Madre General de las FMA, sor Yvonne Reungoat, en la Circular 995, subraya este aspecto particular de la vocación de cada FMA:
“En nuestro corazón tenemos la alegría de sabernos “Monumento vivo de gratitud a María Auxiliadora” querido por don Bosco como “perenne agradecimiento por los singulares favores obtenidos por tan buena Madre” (MB X, 600). Nuestro Fundador lo construyó con “piedras vivas” que tienen un nombre preciso: el nombre de cada una de nosotras. Él lo quiso dinámico, creativo, en continua expansión, penetrado de una tensión interior de crecimiento, capaz de incidir en la sociedad y en la Iglesia, haciendo “un gran bien” a las jóvenes y a los jóvenes. (…) Como Ella, también nosotras estamos llamadas a vivir con humildad la alegría del Magníficat, prolongando su presencia en la historia. Somos, en efecto, llamadas a ser como Ella “auxiliadoras” entre las jóvenes y los jóvenes, con una mirada privilegiada hacia aquellos que, por diversas razones, tienen menos posibilidades de realizarse y están expuestos al peligro, precisamente en una edad en la que se van madurando las opciones fundamentales de la vida (cf C 4 e 65)».
La Sierva de Dios Madre Rosetta Marchese, en las Buenas noches dadas a las FMA de Vöcklabruck (Austria) el 4 de octubre de1977, sacó a la luz la dimensión mariana del Instituto de las FMA:
“Que Don Bosco haya querido que nuestro Instituto sea un Monumento vivo de su gracias a la Virgen, no son sólo palabras, quiere indicarnos algo que nosotras debemos traducir, realizar en nuestra vida (…). Nuestra característica ¿cuál es? Es ésta: la del agradecimiento, ¡nuestro amor a María es un amor de agradecimiento! La primera vez que Don Bosco habló de nuestro Instituto, de las hermanas, lo hizo sólo en este aspecto. Era una tarde del 24 de mayo, no recuerdo bien en qué año, pero unos cuatro años antes de la fundación del Instituto, o sea en el 69, en el 67-68. El patio estaba repleto de chicos que cantaban, hacían recreo alargando la alegría de la jornada y la Basílica estaba aún iluminada. Ahora está iluminada con las lámparas, en aquel tiempo estaba iluminada con las antorchas… y aquellas antorchas se estaban poco a poco apagando.
Don Bosco estaba con Don Bonetti en el balcón de su habitación y los dos miraban, conmovidos, aquella Basílica bien iluminada y los chicos movidos y alegres aún en el patio. Don Bonetti interrumpió el silencio y dijo: ”¡Ah, Don Bosco, quién le había de decir que nosotros tendríamos esta bella Iglesia y haríamos estas hermosas fiestas! Esta Iglesia es propiamente un milagro de la Virgen”. Y Don Bosco respondió: “ Es verdad, esta Iglesia es un milagro de María y nosotros podemos decir que cada piedra de esta Iglesia dice un gracias a la Virgen!”. Después Don Bosco se paró y añadió: “Pero no basta un monumento de piedra para cantar nuestro gracias a la Virgen. Nosotros tendremos un Monumento vivo”. Don Bonetti lo miró y no entendió lo que Don Bosco había querido decir. Don Bosco, dándose cuenta de que Don Bonetti no había comprendido su afirmación, siguió: “Sí, nosotros tendremos un Monumento vivo y este monumento vivo serán las hermanas”. Era la primera vez que Don Bosco hablaba de hermanas.
Y esto quiere decir que cuando Don Bosco, siguiendo la inspiración de la Virgen, pensó en fundar un Instituto, pensó en un coro de vírgenes que cantasen su gracias a la Virgen. Él sentía que por sí solo no hubiera podido nunca agradecer a la Virgen todo lo que había hecho en su vida y en la historia de la Congregación que había fundado y que se iba expandiendo más y más sin que ni él supiese cómo. Y para encontrar el modo de decir gracias fervientes a la Virgen, Don Bosco pensó en unos Corazones consagrados. Y nosotras hemos salido de su corazón así. Cada una de nosotras ha estado presente en el corazón de Don Bosco, por inspiración de María, como un Gracias vivo a la Virgen. Cada una de nosotras es un Gracias a María, un Gracias del corazón de un santo. Y mientras Don Bosco hoy en el Cielo dice su gracias a la Virgen, nosotras lo decimos en la tierra, con nuestra vida!”