Tam Ha (Vietnam). El 7 de octubre de 2024 en Tam Ha, en la Casa San Giuseppe, sede de  la Inspectoría María Auxiliadora (VTN), diez jóvenes comenzaron la etapa del postulantado en el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora.

“Con María, llegar a ser uno en Jesús” es el tema elegido por las jóvenes, inspiradas en la Palabra de Dios “El pan es uno, por tanto, aunque seamos muchos, somos un solo cuerpo” (1 Co 10, 17), manifestando el deseo de vivir plenamente su vocación con María y llegar a ser uno en el misterio del amor de Dios.

En la mañana del 7 de octubre de 2024, la Inspectora, Sor Maria Hoang Thi Thu Ha, compartió y ayudó a reflexionar sobre la imagen de un comerciante en busca de hermosas perlas. Con tres verbos -Buscar, encontrar y comprar- les ayudó a replantearse el propio dinamismo en la búsqueda de Dios, la capacidad de discernimiento y determinación en la elección del Señor.

El rito de bienvenida de los postulantes se celebró durante la oración vespertina de la fiesta de Nuestra Señora del Rosario en la capilla de la Casa Inspectorial. La oración y la ceremonia contaron con la presencia de sor Lidia Strzelczyk, Consejera General Visitadora del Instituto FMA, en visita canónica a Vietnam, la Inspectora, la Consejera Inspectorial para la Formación, sor Teresa Uong Thi Doan Trang, algunas Consejeras Inspectoriales, las directoraas de comunidad, FMA, Novicias y algunas aspirantes de las comunidades cercanas a la Casa Inspectorial.

El rito de entrada en el postulantado, en su sencillez, es una etapa que marca la madurez y la profundización de una relación cercana con Dios. Consta de tres partes: el anuncio de los candidatos, el interrogatorio y la recepción a través de la entrega de la medalla de Don Bosco y Madre Mazzarello. Cada momento transcurre en un ambiente solemne y de oración.

Después de entregar la medalla a las candidatas, Sor Lidia compartió su experiencia con las diez nuevas postulantes. “A partir del artículo n. 88 de las Constituciones del Instituto, os invito a abriros a la voluntad de Dios expresada a través de las renuncias necesarias y de la libertad de elegir los valores más profundos. Todas estas cosas conforman nuestras vidas. Recuerdo también a las comunidades formativas: la responsabilidad de la formación no es solo de los animadores comunitarios, de los asistentes, sino de todos los miembros de las comunidades, para que, con el buen ejemplo y el compartir, podamos ayudar a los postulantes a caminar con convicción y alegría”.

El momento de la oración continuó con el Magnificat. Junto a María, los postulantes expresaron su gratitud, alabanza y adoración al Señor por haber mirado a sus humildes siervos. Estas palabras no son solo un sentimiento de gratitud por el día de celebración, sino que deben extenderse a todos los días, para que se comprometan con todo su corazón a superarse a sí mismos y a dedicarse completamente a Dios y a los jóvenes.

Después de la oración, las Comunidades felicitaron a las nuevas postulantes y agradecieron a Sor Lidia, a Sor María, a las Superioras y a todas las FMA.

Una postulante comparte: “Estoy verdaderamente conmovida, mi alma está llena de gratitud a Dios por su inmenso amor por mí, a pesar de mis debilidades e imperfecciones. Inclinándome para recibir la medalla, me alegré de ser acogida por el Instituto, gracias a la presencia de Sor Lidia, Sor María y todas las hermanas. En compañía de María Auxiliadora, de Don Bosco, de Madre Mazzarello y de todos, quiero convertirme cada día en una amiga más cercana a Dios, disponible como instrumento en las manos de Dios, sabiendo inclinarme y cuidar de los jóvenes, especialmente de los más pobres, que Dios me confía”.

Con alegría, otra postulante expresó su deseo con determinación: “Que Dios y María nos acompañen, para que nos convirtamos en ’10 vírgenes prudentes’, que sepan llenar la lámpara de sus vidas con el óleo de las virtudes, la disponibilidad para escuchar, la capacidad de prever y cumplir los deberes que Dios nos ha dado con alegría y sencillez. Que Dios esté en nuestros corazones, para que podamos convertirnos en ’10 mandamientos’ las unas para las otras, recordándonos unas a otras que debemos cumplir lo que hemos prometido y elegido. Que María nos guíe siempre para que nos convirtamos en “10 rosas del Ave María” para ofrecerle y que San Juan Bosco interceda ante Dios, para que nos ayude a convertirnos en “10 diamantes” como en su sueño. Con ellos seremos más entusiastas y fervientes, sin miedo a comprometernos en la misión educativa y evangelizadora”.

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