Piamonte (Italia). Del 1 al 28 de julio de 2023, una treintena de Hijas de María Auxiliadora jóvenes de la Conferencia Interinspectorial Oriente Medio-Europa (CIME), de la Visitaduría María Madre de la Iglesia (RMC) y de otras Inspectorías del mundo, vivió en Piamonte – en Mornese (AL), Nizza Monferrato (AT), Turín y alrededores – la experiencia formativa del 2º mes del Segundo Noviciado en preparación para Votos perpetuos.
El mes estuvo animado por sor Paola Casalis, de la Inspectoría María Auxiliadora (IPI), sor Eva Liskutinova, de la Inspectoría María Inmaculada (CEL), Sor Cristina Fiesta de la Inspectoría Nuestra Señora de la Última Cena (ILS). La experiencia ayudó a recordar el camino recorrido durante el tiempo del juniorado y, al mismo tiempo, a mirar la vida con ojos nuevos, a seguir captando la novedad de la llamada de Dios.
El primer gran regalo para estas FMA provenientes de diferentes países del mundo – Brasil, Paraguay, Estados Unidos, Bielorrusia, Azerbaiyán, Eslovaquia, Hungría, República Checa, Ucrania, Francia, España, Italia, Madagascar, Mozambique, Togo, Etiopía, Vietnam – era la riqueza de la fraternidad vivida juntos. Además, todo el mes fue como una larga peregrinación para “subir a la fuente”, para “enraizar más profundamente” la vocación de Hija de María Auxiliadora en el Evangelio.
La peregrinación comenzó en Mornese donde el grupo, acompañado por don Carlo Maria Zanotti, salesiano de Don Bosco, sor Eva y sor Cristina, recorrieron y visitaron los lugares donde vivieron Madre Mazzarello y las primeras hermanas. Son lugares que nos recuerdan lo lleno de alegrías que está el camino, pero también de penurias que, sin embargo, no nos hacen olvidar el destino final hacia el que todos se dirigen: el Paraíso. Durante la estancia en Mornese, con la ayuda de sor Elena Massimi, se profundizó también en el rito y la fórmula de la profesión perpetua.
La segunda parada fue Nizza Monferrato: guiadas por sor Paola Cuccioli, del Archivo Histórico y por la Directora, sor Piera Cavaglià, las jóvenes FMA conocieron la ciudad de Nizza, visitaron el cementerio donde viven muchas Hijas de María Auxiliadora, incluidas las Madres Generales, se rezó y meditó en los diversos lugares de la casa. Sor Paola ayudó a leer los diferentes ambientes desde un punto de vista histórico y Sor Piera compartió una profunda y rica reflexión sobre la experiencia vocacional vivida por Madre Mazzarello precisamente en Niza: entre la separación de Mornese y la expansión del naciente Instituto.
En la tercera etapa, en Turín, dirigida por el padre Enrico Lupano, SDB, fueron invitadas a escuchar las palabras del Espíritu, asumiendo el papel del peregrino que se deja interpelar por los lugares que visita. De hecho, estos últimos se han convertido para todos en “tierra santa” frente a la cual es necesario “quitarse los zapatos” porque allí vive Dios. El tiempo dedicado a visitar Valdocco, Turín, Colle Don Bosco, Mondonio, Cascina Moglia, Castelnuovo, Chieri y S. Ignazio di Lanzo fue una oportunidad para profundizar la vocación religiosa y reavivar las razones de vivir, como lo hizo Don Bosco, la entrega por el Reino a favor de los jóvenes más pobres.
Finalmente, el grupo se detuvo para los Ejercicios Espirituales en el Santuario de Sant’Ignazio, en la aldea de San’Ignazio, Pessinetto (TO), el lugar donde Don Bosco vivió sus Ejercicios Espirituales durante 30 años. Fue la etapa final de la peregrinación, enriquecida por las provocaciones del padre Cristian Besso, SDB, que presentó el libro del Apocalipsis con el tema “Lo que ves, escríbelo en un libro y envíalo a las siete Iglesias” (Ap 1 ,11) y el sueño de los nueve años (2024 es el bicentenario del sueño), sueño fundante desde el punto de vista vocacional y carismático.
Durante los Ejercicios Espirituales, el grupo tuvo también la alegría de encontrarse con la Consejera General para la Formación, sor Nilza Fátima de Moraes, quien pasó varios días para conocer personalmente a las junioras y enriquecer las jornadas con las reflexiones ofrecidas en las buenas noches.
El último momento vivido juntas por las FMA, que regresaban a Turín, fue la verificación del camino: surgieron indicaciones válidas para mejorar y enriquecer la experiencia, y se expresó un gran agradecimiento hacia todas y cada una.
El camino de todo un mes, que comenzó con poco conocimiento mutuo y transcurrió “a la velocidad de la luz”, terminó con relaciones más fuertes; el temor inicial por las incógnitas que presentaba se convirtió en nostalgia por personas que tal vez nunca más se vuelvan a ver.
Al final, las FMA regresaron a sus propias comunidades mucho más ricas de lo que llegaron y con el compromiso de la oración recíproca, para que todas puedan celebrar su profesión perpetua seguras de la presencia de Dios y del apoyo de cada hermana.