Roma (Italia). Los días 18 y 19 de enero tuvo lugar en Roma, en la Libera Università degli Studi Maria SS. Assunta (LUMSA) el evento “El Futuro de la Universidad Católica”, promovido por la Federación Internacional de Universidades Católicas (FIUC), con motivo de su centenario.
El tema, un verdadero desafío para las Universidades, ha reunido a más de 150 Rectoras y Rectores de Universidades Católicas de todo el mundo, miembros de la FIUC, para abordar, globalmente, los problemas de gobernanza con los que las instituciones se confrontan. El encuentro constituyó también un momento de reflexión internacional con vistas al 25º aniversario de la constitución apostólica Ex Corde Ecclesiae sobre las Universidades católicas y ofreció a los participantes la oportunidad de compartir perspectivas sobre el futuro de las instituciones, haciendo visible la unidad de las universidades, nacidas en el corazón de la Iglesia.
Estuvieron también presentes en el evento los Institutos de Estudios Superiores (ISS-FMA) del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, representados por sor Ivone Goulart Lopes, colaboradora del Ámbito.
A lo largo de los dos días, el grupo examinó los desafíos que enfrentan las Universidades católicas en los diferentes contextos en los que operan y pudieron profundizar en diversos temas respondiendo a algunas preguntas comunes:
¿Cuáles son las aportaciones de las universidades e instituciones católicas a la formación de la cultura contemporánea? ¿Cómo podemos fomentar un acercamiento a las culturas modernas que promueva el desarrollo de las personas y los pueblos? ¿Cómo puede el mensaje cristiano ayudarnos a comprender mejor, e incluso iluminar, las culturas contemporáneas? ¿Cómo podemos actuar juntos y como Iglesia por un mundo más justo y humano?
En la apertura, el saludo inicial estuvo a cargo de la Presidenta de FIUC Dra. Isabel Capelo Gil y del Prof. Francesco Bonini, Rector de LUMSA. Posteriormente tuvo lugar la mesa redonda: “Ex Corde Ecclesiae ante los desafíos del siglo XXI” con ponentes de Estados Unidos, Francia, Ucrania.
El cardenal José Tolentino de Mendonça, Prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación de la Santa Sede, habló sobre el tema: “Las universidades católicas, lugares de diálogo entre la Iglesia y la sociedad”, seguido del discurso de sor Helen Alford, OP, Presidente de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales de la Santa Sede, sobre: “Extrayendo de nuestro almacén tesoros nuevos y antiguos (mt 13, 52): la tradición católica como fuente de innovación en la investigación”.
Con una segunda mesa redonda – ” La FIUC, un legado de diplomacia académica y compromiso social” – realizada por ponentes de Italia, Estados Unidos, Brasil, Francia y Costa Rica, y con la Celebración Eucarística presidida por Mons. Vincenzo Zani, Archivista y bibliotecario de la Santa Iglesia Romana y exsecretario del Dicasterio para la Cultura y la Educación, la primera jornada concluyó en la Iglesia de San Luigi dei Francesi.
El 19 de enero, los participantes tuvieron una audiencia privada con el Papa Francisco en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico, donde el Santo Padre citó una fábula contada por Franz Kafka para estigmatizar “la tentación de encerrarse detrás de muros, en una burbuja social segura, evitando riesgos o desafíos culturales, dando la espalda a la complejidad de la realidad.
No permitamos – prosiguió – que una Universidad Católica se limite a replicar los muros típicos de las sociedades en las que vivimos: los de la desigualdad, la deshumanización, la intolerancia y la indiferencia, de tantos modelos que pretenden fortalecer el individualismo y no invierten en hermandad. Una universidad que se protege entre los muros del miedo puede alcanzar un nivel de prestigio, reconocimiento y apreciación, ocupando los primeros lugares en los rankings de producción académica” . Y el grito de alarma del Papa: “como decía el pensador Miguel de Unamuno, ‘saber por saber: esto es inhumano’. Siempre debemos preguntarnos: ¿para qué sirve nuestra ciencia? ¿Qué potencial transformador tiene el conocimiento que producimos? ¿De qué y a quién estamos al servicio?”.
Para el Papa Francisco, en otras palabras, “la neutralidad es una ilusión: una universidad católica debe tomar decisiones, decisiones que reflejen el Evangelio. Debe tomar posición y demostrarlo con sus acciones, de manera clara; ‘ensuciarse las manos evangélicamente en la transformación del mundo y en el servicio de la persona humana’.
El grupo llegó luego al salón de la Congregación de la Curia General de la Compañía de Jesús, donde se encuentra la Universidad Católica del Sagrado Corazón, donde tuvo lugar la mesa redonda:
“Historia, legado y perspectivas: el papel de una red de universidades católicas en el desarrollo de la investigación”, con ponentes de Italia, Portugal, Japón, Bélgica, Chile, que intentaron responder a las preguntas:
¿Cómo redefinir la idea colectiva de los fundadores para los próximos cien años de la Federación? ¿Qué papel juega una red de universidades católicas en el desarrollo de la investigación, considerando la centralidad y continuidad de la perspectiva internacional?
Por la tarde se realizaron dos talleres: “Modelos de gobernanza en las universidades católicas: rectores, rectores/directores y consejos de administración” con participantes de Australia, Chile, España y Líbano; y: “El papel de la tradición intelectual católica en la universidad contemporánea” con la participación de Macao, China, Austria, India, Líbano, Croacia. En la última mesa redonda, “El futuro de las Universidades Católicas”, moderada por el Secretario General de la FIUC, los ponentes procedían de Japón, Kenia, Argentina, Brasil.
El evento internacional concluyó con la Celebración Eucarística presidida por el Cardenal José Tolentino de Mendonça, un concierto en la Iglesia de Sant’Antonio dei Portuguese y una cena en la Embajada de Portugal ante la Santa Sede.
“A través de la docencia y la investigación, la Universidad Católica ofrece un aporte indispensable a la Iglesia. De hecho, prepara a hombres y mujeres que, inspirados por los principios cristianos y ayudados a vivir su vocación cristiana de manera madura y responsable, sean capaces también de asumir puestos de responsabilidad en la Iglesia. Además, gracias a los resultados de las investigaciones científicas que pone a disposición, la Universidad Católica podrá ayudar a la Iglesia a responder a los problemas y necesidades de los tiempos” (Ex Corde Ecclesiae, 31).