Turín (Italia). El domingo 29 de septiembre de 2024, en la Basílica de María Auxiliadora de Turín, nueve Hijas de María Auxiliadora de la 147ª expedición misionera FMA, 27 Salesianos de Don Bosco de la 155ª expedición misionera SDB, y algunos laicos de la Comunidad de Don Bosco recibieron el crucifijo misionero durante la Celebración Eucarística presidida por el Vicario del Rector Mayor, don Stefano Martoglio,  con la presencia de la Madre General del Instituto FMA, Sor Chiara Cazzuola, el Custodio del CMB, Diácono Guido Pedroni, la Consejera General para las Misiones, Sor Ruth del Pilar Mora, y el Consejero General para las Misiones, P. Alfred Maravilla.

Encontrándose con las misioneras antes de la celebración eucarística, Madre Chiara instó a las hermanas a “centrar sus vidas en Jesús para ir a donde Él quiera. La orientación fundamental de la vida es Jesús. Vas a proclamar a Jesús, no tu cultura, no tu experiencia. Cuando llegas allí donde te envían, debes escuchar pacientemente, aprender lo que hay detrás de la lengua, de la cultura“.

La gracia de estar aquí, en una tierra bendita por Dios, en la Basílica de donde Don Bosco quería que sus misioneros partieran, nos enseña que María es la Maestra de la Evangelización. Que María os enseñe a ser personas que siembran la semilla del Evangelio en el corazón y en el alma de todas las personas que encontréis“.

Cada envío misionero es siempre un momento de gracia en el que se celebra la gratitud a Dios y, al mismo tiempo, se experimenta la emoción por lo que Dios ha hecho en Valdocco y Mornese, haciendo que, gracias a la valiente audacia de los santos fundadores, sean muchas las hermanas y hermanos que salen ininterrumpidamente de la basílica de María Auxiliadora para llegar a todas las partes del mundo.

En su homilía, el Vicario del Rector Mayor, dirigiéndose a los misioneros, dijo: “Esta celebración es la celebración de la fe. Es el reconocimiento de la acción de Dios en el Espíritu Santo, en el corazón de la Familia Salesiana y de la Iglesia. Vuestra presencia es el signo más claro de vuestra responsabilidad y generosidad y es un gran signo de esperanza. Llevemos esta celebración con nosotros, porque este signo de esperanza, de luz, es nuestra alegría. La Palabra de Dios nos acompaña, recordándonos que todos somos profetas, testigos, de la presencia de Dios”.

Refiriéndose luego a las lecturas dominicales, enfatizó que “el centro de nuestro ser Hijos de Dios es llevar la presencia de Dios como la única esperanza del mundo. el Evangelio que hemos escuchado establece dos pilares, dos condiciones. 1a: confianza en el Señor, sentido de la presencia de Dios cada día; la confianza en el Señor, la capacidad de mantener al Señor en el centro de nuestras vidas. El nombre que Don Bosco dio a la presencia de Dios fue Providencia. El Señor acompaña tu vida, el Señor sigue a cada momento. Confía en Él, siempre.

2ª condición: es la de la transparencia, es importante crecer en humanidad. Lo que te aleja de Dios córtalo, porque te arruina, lo que te acerca a Dios guárdalo, es tu fuerza, hazlo crecer. Vuestra humanidad, vuestra caridad y vuestra capacidad de estar cerca de vuestros hermanos y hermanas, trae y traerá la presencia de Dios, siempre. El Señor nos dice con fuerza: “Yo estoy con vosotros y os acompaño, para salir juntos en esta nueva vida. Confía en mí’. Este movimiento de fe que nos hace misioneros, portadores de Cristo, capaces de cuidar de nuestros hermanos y hermanas, nos pide que protejamos nuestra comunidad, nuestro estar juntos. La Iglesia es comunión, Dios es comunión”.

Después de bendecir los Crucifijos, el Vicario del Rector Mayor los entregó a los misioneros SDB, mientras que la Madre los entregó a las nuevas misioneras FMA y el Custodio del CMB a los misioneros laicos.

En la bendición solemne del mandato, el Vicario del Rector Mayor, extendiendo sus manos sobre todo el grupo de misioneros que parten, pronunció la oración de bendición, que puede extenderse también a los numerosos misioneros esparcidos por el mundo:

“He aquí, Señor, a estos siervos tuyos,
nuestros hermanos y hermanas, a quienes, investidos con la señal de la cruz,
los enviamos como mensajeros de salvación y de paz.
Guía sus pasos con tu derecha, sostenlos con la fuerza de tu gracia,
para que no desfallezcan bajo el peso de los trabajos apostólicos.
Que tengan el corazón pastoral de Don Bosco y de Madre Mazzarello,
que sean para los jóvenes una presencia paterna y materna de Jesús,
que quiere vida abundante para todos.
Dales la capacidad de escuchar, de ser solidarios con todos,
la imaginación, la creatividad, la valentía apostólica,
la paciencia de la espera, el entusiasmo del amor.
Que sean signos alegres y portadores de salvación.

Queridos hermanos y hermanas, que María, Madre y Maestra, os acompañe y proteja. En nombre de Don Bosco y en memoria de la primera expedición misionera, id y proclamad a los jóvenes y a los pobres del mundo la alegría de Cristo resucitado”.

Las nuevas misioneras FMA continúan su camino, preparándose para el discernimiento en vista del destino, con la Formación Misionera en la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma, algunos cursos de Espiritualidad Salesiana en  la Casa Madre Ersilia Canta de la Visitaduría María Madre de la Iglesia (RMC), y formación específica para la misión ad gentes, acompañadas por Sor Ruth del Pilar Mora y por las colaboradoras del Ámbito para las Misiones.

Foto: SDB

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