Lombardía y Emilia (Italia). Del 22 de julio al 24 de agosto, al final del viaje de despedida propuesto por las  Inspectorías Sagrada Familia (ILO) de las Hijas de María Auxiliadora y San Carlos Borromeo (ILE) de los Salesianos de Don Bosco, poco más de 30 jóvenes vivieron las Experiencias Misioneras de Verano.

Acompañados por dos FMA y dos SDB, tres grupos de jóvenes, de dieciocho a treinta años, partieron hacia tres lugares donde podían implicarse en el servicio y en la convivencia. Etiopía, Bosnia y El Salvador fueron los destinos para los que cada uno de los participantes se preparó en los meses previos dedicados a la formación.

Los protagonistas cuentan sus vivencias dejando pensamientos sencillos que en pocas líneas revelan la belleza e intensidad de lo vivido.

Donatella y su marido se casaron exactamente un mes antes de partir hacia Etiopía:

Con la alegría y el entusiasmo de quienes recientemente han elegido construir una familia, contamos la historia de la acogida que recibimos y cómo nos sentimos inmediatamente como en casa. La primera experiencia fuerte, al llegar a un lugar donde no conoces a la gente, los hábitos, el idioma y la cultura, es necesitar la ayuda de todos. Sólo después de esta percepción se puede poner al servicio de los demás. Comienzas a hacerlo con las pequeñas cosas: pintar, cortar plantas y cuidar el huerto, un poco de mantenimiento, ordenar las habitaciones…

La actividad principal fue la animación de un camino de acercamiento laboral para las mujeres que asistían a talleres de panadería, sastrería y cerámica. Al principio, las chicas que asistían a los talleres desconfiaban de nosotros, temiendo que las miráramos como se observan “piezas de museo”. Poco a poco cayó el muro de la desconfianza y nacieron hermosas amistades. Era más fácil relacionarse con los niños, que todas las tardes, abarrotaban el patio del oratorio y a los que apenas acompañábamos hasta la puerta a las 18:00. Nos llenaban de abrazos y sonrisas y se aferraban a los dedos de nuestras manos hasta que llegabamos a la salida y aún en el umbral inventabamos juegos y sonrisas, porque habíamos aprendido que aquellos momentos, para muchos de ellos, eran los únicos de verdadera serenidad.

Tenemos treinta años y en el grupo que empezó con nosotros hay chicos más jóvenes. Los miramos con un poco de envidia, pensando que son más afortunados que nosotros, porque empezaron a vivir la misión temprano. De esta experiencia nos llevamos a casa el deseo de vivir la misma felicidad plena que se vive en Etiopía: ir a la cama cada noche con algo por lo que agradecer al Señor”.

Algunos jóvenes vivieron la experiencia de verano en Bosnia donde, durante las dos semanas de estancia, se pusieron a disposición para realizar un servicio de animación con los niños y jóvenes de Gromilijak, una pequeña ciudad a pocos kilómetros de Sarajevo. Aquí, al estilo salesiano, inventaron una especie de oratorio de verano. En la segunda experiencia vivida en la capital Bosnia, la animación continuó con los pequeños jardines de infancia, alternando trabajos de jardinería y restauración del mural en el patio de recreo. En Sarajevo, los voluntarios tuvieron la oportunidad de visitar y profundizar en las contradicciones de una zona de Europa que, aunque no está en guerra desde hace décadas, todavía muestra todas sus heridas.

En el libro de visitas de la Comunidad de Hermanas de Sarajevo dejaron este mensaje que resume bien la experiencia: “Partimos pensando que llevábamos algo y volvemos con tanto que se nos ha dado. Damos gracias al Señor por darnos la oportunidad de encontraros y por llenar nuestros corazones con las sonrisas y el amor de los niños. Os abrazamos muy fuerte con el deseo de volver a visitaros… ¡Gracias por todo!”

La tercera experiencia de verano es la de El Salvador. El largo camino que afrontaron los jóvenes que se fueron al extranjero fue recompensado con la calurosa acogida de las Hermanas Salesianas de las casas que los acogieron y que compartirían con ellos el mes siguiente. Y es precisamente a partir de lo narrado por una de las FMA de El Salvador que descubrimos la profundidad y la vivacidad que caracterizaron el mes pasado al servicio de los pequeños en las casas salesianas de Santa Ana, en la Inspectoría SS. Salvatore (CAM). Estos jóvenes vivieron una breve, pero intensa, inculturación en la tierra salvadoreña a través del conocimiento de la historia y las tradiciones de los lugares. No faltó la oportunidad y el deseo entre los voluntarios de profundizar en la vida de Monseñor Óscar Romero, mártir y símbolo del sufrimiento de este pueblo. Las jornadas estuvieron marcadas por el servicio de animación a los niños a través de talleres de inglés e italiano, actividades de dibujo manual, origami y momentos de juego en el patio. Día tras día, se creó una sintonía muy fuerte con los niños y jóvenes.

Son cerca de 300 los y las jóvenes de las Inspectorías de Europa que, en el verano de 2024, acompañados por FMA, vivieron una experiencia misionera.

En noviembre, las Inspectorías retoman su camino a partir de las historias de quienes vivieron la misión de verano. La propuesta está abierta a muchos otros jóvenes, que sería hermoso llegaran  fascinados  por las historias y el efectivo pasa palabra de quienes han ido a El Salvador, Bosnia o Etiopía.

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