Roma (Italia). Con ocasión de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María 2024 la Superiora General del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, Madre Chiara Cazzuola, dirige un Mensaje de augurio a todas las FMA y a las Comunidades Educativas:

Hoy es un día de alegría y belleza en el que la Iglesia celebra a la Mujer llena de Gracia, a la Mujer que el amor del Padre creó por su Hijo, la Madre toda bella y radiante con la luz del Espíritu Santo.

No hay lugar en ella para las tinieblas del pecado. Es como un cielo recién descubierto en la tierra para el amado Hijo Unigénito. María es el signo de que nada es imposible para Dios. Su plan de salvación para la humanidad se dibuja en ella con claridad. Llena de la presencia de Dios desde tiempos inmemoriales, María es “la más joven del genero humano” (G. Bernanos, Diario de un cura rural, II, 1988, p. 175). De hecho, sólo hay una cosa que realmente nos hace envejecer interiormente: no la edad, sino el pecado que nos hace viejos, porque esclerotiza el corazón. Lo cierra, lo hace inerte, lo hace marchitar.

En el origen de nuestra historia carismática está María. La encontramos especialmente en el sueño “sagrado” de un niño, llamado a cosas que le parecen imposibles y que, por lo tanto, está confundido, diría angustiado, pero allí está Ella, la Mujer vestida de estrellas, luminosa de resurrección y gracia que lo toma maternalmente de la mano.

Ella, llena de gracia, tiene siempre el corazón abierto para acoger y donar en sintonía con la vida. En ella, Dios nos muestra el pleno cumplimiento de su maravilloso proyecto sobre la humanidad.

La belleza de María no solo brilla en el cielo, sino que ilumina nuestras vidas. También nosotros, “iluminados” por Cristo en el Bautismo, recibimos la Luz ese día. De hecho, con estas palabras: “Recibid la luz de Cristo”, la Iglesia nos invita a difundir la luz que llevamos en el corazón desde entonces.

Como Hijas de María Auxiliadora estamos llamadas a brillar, a iluminar con nuestra vida incluso los lugares más oscuros de este mundo. Debemos, sin embargo, saber “permanecer en la Luz”, en el brillo de un designio que siempre ha sido pensado para cada una de nosotras.

Conocemos el secreto de María: la Palabra de Dios escuchada, meditada, guardada en su corazón, asimilada en su ser, que en su seno se hace carne y, en su vida, se convierte en misericordia para nosotros, amor corredentor, luz de esperanza para todos.

En la hermosa homilía de San Bernardo Abad (De las “Homilías sobre Nuestra Señora” de San Bernardo, Abad Om. 4, 8-9; Opera omnia, ed. Cisterc. 4, 1966, 53-54;) encontrada en el Oficio de Lecturas del 20 de diciembre, leemos: “Lo espera todo el mundo, postrado a tus pies. Y no sin razón, ya que de tu respuesta depende el consuelo de los miserables, la redención de los cautivos, la libertad de los condenados, la salvación de todos los hijos de Adán, de toda tu raza”.

Y la encarnación por voluntad divina combinada con el sí de María es verdaderamente el acontecimiento central de la historia: el cielo y la tierra se encuentran, no se confunden: se aman, se transforman. El Padre quiere hacer algo nuevo, “una humanidad nueva” abierta a su alegría. Al grito que ha atravesado la historia durante milenios, un grito apasionado de Dios desde el jardín de los orígenes: “Adán, ¿dónde estás?”, aquí es donde una niña de Nazaret puede responder: “Estoy en gracia, estoy en el amor que tú, oh Dios, me has tenido, estoy en tu tierra de bendición”.

Como ella, queremos vivir la plena acogida del plan de Dios para nosotras y para las comunidades, para ser entre los jóvenes un anuncio de vida y de alegría verdadera. Seremos para ellos un anuncio de la posibilidad de un camino luminoso de fe en la Palabra de Dios, en su presencia en un mundo en el que crece la desconfianza con sus tristes consecuencias de huida de Dios, del hombre y de la tierra.

Llevemos a los jóvenes las actitudes de María, llena de gracia, en la entrega a Dios.

Llevamos a María Inmaculada como un gran himno a la vida. (…)

En sor María Troncatti, a la que ahora tenemos la alegría de celebrar en la plenitud de la santidad reconocida por la Iglesia, su solicitud materna se inspira en la bondad de la Madre de Dios. ¡Podemos decir de ella que fue una “auxiliadora” con la Auxiliadora! (…)

Por último, un pensamiento para los jóvenes. María puede ofrecerles, hoy, una propuesta de vida: la de una mujer plenamente realizada, de una mujer que espera y se compromete por un cambio real en el mundo.

Es hermoso y útil imaginar a María como madre de las personas que viven el tiempo de la juventud humana, importantísima y decisiva para la vida de cada uno. Sin embargo, es bueno no pensar en los jóvenes de manera estática, porque su condición es dinàmica y la del “todavía no”, en la que se necesita paciencia, confianza y esperanza tanto en quien educa como en quien es educado.

A María encomendamos no solo a los jóvenes del mundo, sino también a los pueblos y comunidades que viven en situaciones difíciles a causa de la guerra, la violencia, los trastornos climáticos y la pobreza. Sobre toda la humanidad invocamos con fe el don de la paz verdadera y duradera.

Que María mantenga viva en todos la esperanza cierta: ¡Aquella que es la Madre de la esperanza!

¡Feliz fiesta!

Roma, 8 de diciembre de 2024

Sor Chiara Cazzuola
Superiora general del Instituto FMA

Texto completo del Mensaje

4 COMENTARIOS

  1. Muchas gracias querida Madre por su hermoso mensaje que nos invita reavivar y fortalecer una vez el amor y la adhesión a María; felicidades y augurios a las hermanas del consejo.

  2. Grazie Madre, le Sue parole danno luce e coraggio. Maria è per noi una forza pura e forte. È davvero l’Aiuto nostro. Grazie!

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