Roma (Italia). El 3 de febrero de 2022 se tuvo la 4ª cita de los “Jueves salesianos en el Auxilium” – la iniciativa del Centro de Estudios sobre las FMA de la Pontificia Facultad de Ciencias de la Educación “Auxilium” de Roma con profundizaciones de pedagogía, espiritualidad e historia de las Hijas de María Auxiliadora – en que la Pfra. Piera Ruffinatto, FMA, Decana de la PFSE “Auxilium”, profundizó el tema: “Ciudadanas del mundo. Ideas sobre la contribución de las Hijas de María Auxiliadora a la educación de las jóvenes”.
La Pfra. Ruffinatto presentó el argumento subrayando cómo el binomio mujer-educación es un terreno muy fecundo, aunque todavía para explorar y hacer emerger en su contribución a la sociedad. Numerosos estudios ponen en relieve las dotes particulares de las mujeres en la educación, adaptadas a la sociedad cambiante: “la mujer, siendo por naturaleza madre, es más flexible, consigue adaptarse, es activa y solidaria, tiene un capital de empatía y de solidaridad que la pone en sintonía con quien está en necesidad y es por tanto capaz de contribuir a la reconstrucción social a partir de la atención a lo humano”, explica la Pfra.
La de la mujer sigue siendo una historia aún por descubrir y conocer, como también por profundizar es la historia del Instituto FMA, que celebra este año el 150° de Fundación. Los Documentos de los Capítulos Generales, el Magisterio de las Superioras, además de los datos relativos a las obras, ayudan a captar la aportación significativa de las FMA a la educación de las niñas, para hacerlas “buenas cristianas y honradas ciudadanas”. Don Bosco pensó en un Instituto para la educación de las chicas: “Educar cristianamente a las niñas que no son acomodadas, o pobres y abandonadas, para iniciarlas en la moral, la ciencia y la religión bajo la dirección de las Hermanas llamadas Hijas de María Auxiliadora”: así en el 1876 Don Bosco lo presenta al Obispo de Acqui, declinando ya a lo femenino los fines y los destinatarios de la acción educativa.
Las modalidades de las FMA siguen siendo las del Sistema Preventivo, según los caminos específicos de escolarización, alfabetización y evangelización, por los que desde el principio se dedican a la catequesis. El estilo es propio de un modelo femenino original, caracterizado por la intervención y la participación, la solidaridad, la creatividad, el ingenio, el arraigo en el territorio. Un estilo inusual para la época, “con una dialéctica entre proximidad y universalidad que hoy llamaríamos “geolocal”, especifica sor Piera. Desde el inicio se cuida la dimensión cultural, para que las niñas puedan insertarse activamente en la sociedad.
La Pfra. Ruffinatto repasa los fuertes cambios que marcan a Italia en la evolución histórica y social de los diferentes períodos, que corresponden a una expansión del Instituto FMA tanto en Italia como en el extranjero, con la apertura de múltiples obras educativas y promocionales. Después del segundo conflicto mundial, se dejan provocar por las transformaciones y por las exigencias de la sociedad: “El Instituto de las FMA, a partir del Capítulo General XI, revisa su labor educativa a la luz de las nuevas perspectivas emergentes hacia las mujeres y reflexiona sobre cómo adaptarla de forma práctica a las necesidades de la época”.
El Concilio Vaticano II, al revisar la identidad y la misión de la Iglesia con vistas a la comunión, abre nuevas perspectivas para la educación de las mujeres, que las FMA acogen con satisfacción poniéndolas en diálogo con el Sistema Preventivo. Los caminos formativos ofrecidos por las FMA a las jóvenes, son por tanto más respetuosos respecto de su autonomía y favorecen en las niñas la libre elección orientada a la realización de la propia identidad en prospectiva social.
La última parte del siglo XX y el inicio del nuevo milenio presentan transformaciones radicales y planetarias, orientando a la formación del ciudadano global: “El Instituto, en los Capítulos del fin del milenio, renueva la conciencia de que la misión educativa es la vía privilegiada para insertarse en esta transformación epocal y social”. Los caminos educativos van en la dirección de la formación para el diálogo intercultural en la comunidad educativa y en el territorio, la solidaridad a través del voluntariado, la apertura al trabajo en red. La importancia de la educación de las mujeres para las familias y la sociedad emerge aún más: “educar a las niñas es la mejor manera de transformar la sociedad”.
Los Capítulos Generales y Las Conferencias que tienen lugar en el Auxilium, profundizan en la redefinición de la identidad de la mujer sobre la base de las categorías de la relación y de la reciprocidad. “Se es consciente de que la educación para ser tal debe promover la capacidad de impostar la vida sobre la base de una comprensión de sí (identidad) a través de relaciones auténticas con el otro por uno mismo, para llevar a las niñas a madurar una autoconciencia que las ayude a desencadenar procesos formativos y de autoformación que impliquen a toda una vida”.
En la conclusión, la Pfra. Ruffinatto reflexiona sobre la aportación de las FMA “mujeres y educadoras” a la formación de mujeres jóvenes “ciudadanas globales”: “‘estar allí’ con el don del carisma para dar nuestra contribución a la construcción del modelo de desarrollo humano deseado por el Papa Francisco. Este modelo se puede desarrollar a partir de un paradigma de formación femenina que inerva los diferentes contextos de vida con la Cultura del cuidado (…) La esencia del cuidado consiste en “tomar la vida en serio” (Luigina Mortari), a través del cuidado de sí, el cuidado de los otros, el cuidado de la naturaleza, el cuidado del mundo. Son los caminos de nuestro ‘tomar forma’ al servicio de la vida”.
“Estar allí… con y como María, que en Caná prevé, previene y provee”: es la elección de la “presencia” la que genera la vida expresada por el Capítulo General XXIV.
“Con lei e come lei, anche noi vogliamo essere ‘Maria di Cana’, ausiliatrici, mediatrici, missionarie che mettono a contatto con Gesù, che ha riempito di gioia la nostra vita!”, termina la Prof.ssa Ruffinatto.
“¡Con ella y como ella, también nosotras queremos ser “María de Caná”, auxiliadoras, mediadoras, misioneras que se ponen en contacto con Jesús, que ha llenado de alegría nuestra vida!”, termina la Pfra. Ruffinatto.
Excelente reflexión sor Piera..grazie mille