Roma (Italia). Con la Circular n° 1019, la Madre General del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, Sor Chiara Cazzuola, desde Mornese – donde, con las hermanas del Consejo ha vivido los Ejercicios Espirituales- comparte con todas las FMA una reflexión sobre la santidad, en continuidad con el itinerario hacia el 5 de agosto, fecha solemne de la celebración del 150º de Fundación del Instituto FMA.

 “Aquí mismo, en compañía de Madre Mazzarello, releo y contemplo, con la alegría de mi corazón y con infinita gratitud, la riqueza del carisma que ha florecido en todo el mundo y me pregunto cuál es el secreto de tanta fecundidad” i continúa: “me parece escuchar la voz serena y decidida de Madre Mazzarello: “¡Ánimo! Hazte santa, pero una de esas santas humildes, alegres con todos y llenas de caridad …» (C 26,10).

A partir de la Exhortación Apostólica Gaudete et exúltate del Papa Francisco, la Madre propone la idea de una santidad ordinaria, como don de Dios para vivir en la vida cotidiana, una santidad que “valoriza y exalta todo lo que humaniza a la persona”.

Profundiza después el concepto de santidad en la espiritualidad salesiana “sentida como una vocación común, una llamada para todos, compartida, de manera particular, con los jóvenes”, ofreciendo algunas indicaciones para vivir una santidad ordinaria:

con Don Bosco y Madre Mazzarello, el aire de Dios y el aire de familia que se respira en las Casas son “condiciones para un camino de maduración humana y de santidad”; “alegría, estudio, piedad” son los ingredientes propuestos por Don Bosco en respuesta al deseo de santidad del joven Domingo Savio: “¡La santidad está aquí!”; Don Juan Cagliero observa que la santidad de Don Bosco no está tan ligada al aspecto “santo” del sacerdote, como al orden gradual que adquiere su obra, dado que “las obras de Dios se realizan ordinariamente poco a poco”.

Para Don Miguel Rua, en lugar de meditar en tratados de ascética, bastaba con observar a Don Bosco, incluso en las acciones más pequeñas, ya que su continua unión con Dios era evidente. Además, por el número de jóvenes que se “lanzaban al camino de la santidad, no privada de heroísmos”, se puede constatar cómo la santidad de Don Bosco era “eficaz, contagiosa y fascinante”. En la carta circular del 1884, el Santo exhorta a las FMA a vivir fielmente los compromisos de la propia consagración al Señor y a las jóvenes, recordando, “con ingenioso y fino realismo”, el compromiso de un seguimiento de Cristo sin medias tintas: “¿Queréis ir al Cielo en carruaje?”.

De la santidad de lo cotidiano habla también el testimonio de Santa Maria Domenica Mazzarello, que recuerda que “es posible vivirla y hacerla brillar en nuestras vidas, en nuestras comunidades”. A través de las citas de algunas Cartas, la Madre Chiara destaca algunos motivos recurrentes: “la santidad es una llamada para ser tomada en serio porque el tiempo pasa rápidamente”, “la santidad pasa por el camino recto de la fidelidad a la Regla” y “se convierte en un apego natural a la eternidad”.

La fe sencilla y profunda en Dios y el clima de acogida y de franca humanidad de relaciones son también características de los ambientes animados por Madre Mazzarello, que involucra a los alumnos y a las hermanas en su propio camino de santidad “más con el ejemplo y los hechos que con las palabras”. Un fruto del “espíritu de Mornese” vivido por las primeras misioneras en América es la joven Laura Vicuña, que en Junín de los Andes, en la pampa argentina, “vivió el mandamiento del amor hasta dar la vida, cumpliendo un extraordinario camino espiritual en un arco de tiempo muy breve”

La santidad como compromiso prioritario

La sintonía con la reflexión sobre la santidad, Madre Chiara invoca las exhortaciones de los Pontífices a las FMA, sacadas de los Anexos a las Constituciones de las FMA, de las que extrae y comparte “algunas líneas importantes y vitales“: las palabras de san Pablo VI a las FMA presentes en la audiencia especial del 15 de julio de 1972, que identifica en la santidad, asegurada por la primacía de la vida interior, el motivo de la fecundidad del pasado y el medio para la vitalidad del futuro; el mensaje de San Juan Pablo II a la audiencia concedida a las participantes en el CG XXI, el 8 de noviembre de 2002, que presenta a las FMA la santidad como “tarea esencial y prioritaria”, como ”mejor aportación a la nueva evangelización” y “garantía de un servicio auténticamente evangélico a favor de los más necesitados”.

Finalmente menciona las recientes recomendaciones del Papa Francisco, en el encuentro con las participantes en el CG XXIV en la Casa Generalicia, el 22 de octubre de 2021, en que recordaba “la importancia de creer que la situación actual puede ayudarnos a transformar el hoy en un kairós, un tiempo favorable para ir a las raíces carismáticas, para fijarse en lo esencial, redescubriendo la belleza de la vida consagrada, su carga de santidad que se hace testimonio”.

“Seguir las huellas de Don Bosco y de Madre Mazzarelo quiere decir comprender y vivir a toda costa la realidad de la “gracia” don de Dios que fue la primera y más importante preocupación de nuestros Fundadores”, observa Madre Chiara, que  profundiza “en el sentido sobrenatural de la esperanza y la alegría, que conduce a un optimismo sano y constructivo, a pesar de las dificultades de la vida“, las virtudes con las que los Santos Fundadores ayudaron a las jóvenes y a los jóvenes a luchar por la santidad.

Una santidad que brilla más allá del tiempo

En el 150º aniversario de la fundación del Instituto, vivido “como tiempo de gratitud; tiempo para reconocer que de verdad estamos viviendo, como Iglesia, una estación fecunda, porque en la fe reconocemos la Providencia de Dios que nos acompaña y la presencia activa y preventiva de María Auxiliadora”, la Madre anima a cada FMA a cultivar y renovar cada día “personalmente y como comunidad, hasta hacer de ello experiencia cotidiana que irradia y contagia”, la certeza que da fuerza y alegría en el camino:

La esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm 5,5).

Citando el art. 60 de las Constituciones FMA, exhorta a no olvidar que esta esperanza está fundada “en la experiencia de muchas hermanas, que han vivido intensamente, han trabajado con pasión misionera, han enriquecido con su fidelidad el patrimonio carismático del Instituto y ahora, inmersas en el gozo de la Pascua de Jesús, continúan sosteniéndose con su intercesión y su ayuda”.

A ellas, que viven la plenitud de la alegría y de la santidad, en particular a las ya Beatas y aquellas de las que ya se ha empezado la Causa de Beatificación, la Madre   nos insta a recurrir con mayor seguridad y constancia: “¡Podemos hacer más para darlas a conocer, para invitarnos a recurrir a su intercesión, para hacerlas trabajar también en el Paraíso!”.

En la conclusión de la Circular, Madre Chiara Cazzuola confía a María, Madre e inspiradora del Instituto, “el compromiso prioritario de caminar por el camino de la santidad junto con las laicas y los laicos, las jóvenes y los jóvenes, las familias, la Familia salesiana y con cada persona que el Señor nos confía”.

Circular n° 1019

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