Roma (Italia). El 3 de septiembre de 1907, en Turín, con solo 29 años, falleció Sor Teresa Valsè Pantellini (1878 – 1907), FMA declarada venerable el 12 de julio de 1986 por San Juan Pablo II.

Se pueden destacar muchos aspectos de esta joven FMA que merecían, entre otras cosas, tener como biógrafo al mismo Ferdinando Maccono, que también fue biógrafo de Santa María Mazzarello. Ciertamente, se destacan en ella, su capacidad para acoger a las niñas tal y como eran, sin sentirse intimidada por comportamientos ofensivos o incluso violentos.

Algunas oratorianas testificaron:

“Un domingo por la tarde, cuatro o cinco muchachas que nunca habían sido vistas entraron en el patio del oratorio [en Roma, Trastevere]. Sor Teresa no estaba allí porque estaba muy enferma y la superiora le había dicho que se retirara. Pero no había pasado ni un cuarto de hora cuando, mientras hablaban con una hermana, le arrancaron de repente el velo.

Las más grandes de nosotras, que vieron el acto grosero, corrieron a defender a la hermana y se produjo una pelea. Alguien corrió a la calle a llamar a los guardias, y llegaron y estaban a punto de llevarse a las prepotentes, cuando Sor Teresa, advertida del doloroso hecho, bajó a toda prisa y dijo:

—¡No, déjenlas! No debemos permitir que esas niñas sean llevadas a la cárcel, porque el Señor las ha enviado aquí para que las ayudemos” y corrió a la portería a detener a los guardias; pero tanto de la falta de aliento como de la pequeña carrera, se desmayó y cayó; La levantaron y la acompañaron a su habitación.

Durante la semana preguntó por aquellas muchachas y logró acercarse a algunas de ellas y se enteró de que habían sido enviadas al Oratorio por gente mala, que les había prometido darles veinticinco liras si arrancaban el velo y el birrete de alguna hermana, y habían hecho esa hermosa hazaña. Sor Teresa se hizo cargo de ellas, les buscó trabajo, aceptó una en el taller y poco a poco consiguió ponerlas a todas en el buen camino”.

Otras hermanas lo confirman. Sor Tullia De Berardinis escribió: “A veces me quejaba de la conducta de las niñas; y ella: “Hay que compadecerse de ellas; ¡Son pobres muchachas abandonadas por todos y expuestas a tantos peligros! Demos gracias al Señor porque vienen al Oratorio, y verás que con el tiempo se harán buenas. Encomendémoslas al Sagrado Corazón de Jesús y a Nuestra Señora”.

Y sor Ottavia Clerici: “Ante cualquier afrenta y dificultad de las niñas, siempre las defendía diciendo: ‘De cien groserías o berrinches, ochenta no saben que están haciendo'”.

¿Qué sostenía una joven de una familia adinerada con problemas de salud en este compromiso de dedicación a Dios y a la educación de los más pobres?

Un hermoso estudio de sor Piera Ruffinatto, decana de la Pontificia Facultad de Ciencias de la Educación “Auxilium”, presenta su espiritualidad educativa, “centrada en el amor”.

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