Roma (Italia). El 12 de junio de 2023 es el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, establecido en 2002 por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) – la agencia de las Naciones Unidas que promueve la justicia social y los derechos en el trabajo, para llamar la atención de la sociedad civil, en particular de los gobiernos, los empleadores y las organizaciones de trabajadores, sobre la situación en la que se encuentran los niños empleados en el trabajo y la urgencia de tomar medidas para poner fin a las formas de explotación.
“Cumplamos con nuestros compromisos: ¡Pongamos fin al trabajo infantil!” es el lema del Día 2024, es el lema del Día 2024, que este año cobra especial importancia, ya que se conmemora el 25º aniversario del Convenio núm. 182 contra el trabajo infantil, adoptado en 1999. Es el primer convenio de la OIT ratificado por los 182 Estados miembros.
Además de no haber disminuido en la década 2010-2020, la proporción de niños trabajadores desde la pandemia de COVID-19 ha aumentado. Según i dados de UNICEF, en los países más pobres del mundo, poco más de 1 de cada 5 niños están en el trabajo infantil.
En la Agenda 2030, en particular en el marco del Objetivo de Desarrollo Sostenible 8 – “Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos” – el punto 8.7 propone “Adoptar medidas inmediatas y eficaces para eliminar el trabajo forzoso, poner fin a la esclavitud moderna y a la trata de seres humanos, y garantizar la prohibición y eliminación de las peores formas de trabajo infantil, incluido el reclutamiento y la utilización de niños soldados, y para 2025 poner fin al trabajo infantil en todas sus formas”.
Las causas del trabajo infantil son muchas: el insuficiente crecimiento económico del país, las condiciones de pobreza, la necesidad de mano de obra por parte de las familias y, por último, pero no por ello menos importante, los conflictos internos y externos del país que empobrecen a sectores de la población. El trabajo forzoso lleva a los menores a abandonar la educación, un derecho esencial que no se ejerce precisamente por necesidades laborales. La pobreza en las familias, de hecho, a menudo lleva a considerar a los niños como un recurso útil para las necesidades económicas de la familia. Este es un problema que debe ser erradicado para garantizar mejores condiciones de vida a los niños, una vida justa y digna, gracias a la educación.
Todavía queda mucho camino por recorrer. La Oficina de Derechos Humanos del Instituto Internacional María Auxiliadora de Ginebra (IIMA) ha llevado a cabo una investigación sobre este tema: en particular, el Ministerio de la Pequeña y Mediana Empresa de Benín afirma que alrededor del 92% de los jóvenes de entre 15 y 24 años se encuentran en condiciones de explotación y no se respetan las normas de contratación y remuneración. Tampoco en Zambia ha mejorado la situación de los niños en términos de trabajo. Si bien los países aceptan resoluciones para abordar el tema, esto no resta valor al esfuerzo que los propios gobiernos deben hacer para eliminar este problema de una vez por todas.
A partir de las respuestas al reciente cuestionario sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) realizado por el IIMA, 17 provincias continúan su compromiso con la erradicación del trabajo infantil. De 2020 a 2023, las Comunidades Educativas de India, Brasil, Colombia, Filipinas, Madagascar, Benin, Lesoto, Zambia, Guatemala, Panamá, Paraguay, México y Camboya realizaron 177 proyectos con los que llegaron a 76.680 niños y niñas.
La lucha contra la explotación infantil es una de las batallas esenciales de la sociedad internacional. La negación del derecho a una vida digna para todos los niños y niñas debe ser el motor que impulse a las comunidades a mejorar en este sentido, promoviendo su protección y serenidad. Para lograr este objetivo, es necesario que todos trabajemos juntos: desde las pequeñas realidades de las ciudades en las que vivimos, hasta las grandes metrópolis, donde cada gobierno debe encargarse de promover el derecho a una vida sana y sin explotación.
Como dijo sabiamente Nelson Mandela: “No hay revelación más intensa del alma de una sociedad que la forma en que trata a sus hijos”. Por lo tanto, es deber de todos garantizar que ningún niño vuelva a ser explotado o privado del derecho a una vida digna y feliz.