Roma (Italia). El 10 de noviembre de 2023 – en presencia del Cardenal vicario de Roma Angelo De Donatis, del Arzobispo Giuseppe Baturi, Secretario General de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), del Alcalde de Roma Roberto Gualtieri, del Presidente de la Región Lazio Francesco Rozza; de la Dirigente del Centro Justicia Juvenil Roma, de don Marco Pagniello, Director de Caritas Italiana y de tres apreciados chefs – se inauguró la fábrica de pasta “Futuro”.

La fábrica de pasta “Futuro” se encuentra dentro del complejo del que también forma parte el Instituto penal para menores Casal del Marmo de Roma, donde desde hace nueve años una Hija de María Auxiliadora de la Inspectoría San Juan Bosco (IRO), sor Aurora Consolini, presta servicio voluntario.

La fábrica de pasta es un taller artesanal en el que se produce pasta y donde se intenta ofrecer una nueva oportunidad de futuro a algunos chicos que, por diversas razones, han terminado dentro del circuito penal ya a una edad muy joven. Este proyecto ha sido realizado gracias al apoyo y a los fondos de la CEI y de Caritas Italiana, además del apoyo del Departamento de Justicia de menores y de la comunidad que ha confiado, en comodato de uso, una estructura dentro de la cárcel, luego de ser totalmente reconstruida.

Este proyecto nació hace unos 10 años, el 2013, después de la primera visita del Papa Francisco al Instituto Penal. En aquella ocasión el Santo Padre hizo una exhortación a los muchachos: “no os dejéis robar la esperanza”, y el capellán de entonces, padre Gaetano Greco, se dejó provocar por esta exhortación iniciando esta espléndida aventura.

¿Qué tiene que ver el “futuro” con la pasta?  Lo explica Mohamed, uno de los jóvenes que trabajan allí desde el 26 de abril de 2023, día de la apertura: “Esta fábrica de pasta da futuro a chicos como nosotros, porque los chicos que son delincuentes a veces no quieren serlo, pero se ven obligados porque, si se equivocaron y luego no encuentran nada y nadie que les ayude a salir, se ven obligados a quedarse”.

Como dice Mohamed, la fábrica de pasta “Futuro” no es más que una posibilidad formativa y laboral para poder acompañar a los chicos que vienen del Instituto Penal. Esta nueva experiencia tiene como objetivo enseñar un trabajo a estos chicos para permitirles luego construir un futuro.

La fábrica de pasta se encuentra dentro de la zona de la prisión, pero está fuera de la cárcel, precisamente para dar la idea de que este lugar quiere ser un puente entre el interior y el exterior, entre el pasado y el futuro de estos chicos. El objetivo de esta obra no es solo producir una pasta de alta calidad, sino también contratar al mayor número de jóvenes para poder formarlos en el trabajo y tratar de acompañarlos en la reinserción en la sociedad y evitar la repetición del delito.

Está dirigido por la Cooperativa Gusto Libero, de la que forma parte no solo el capellán del Instituto Penal sino también una serie de figuras profesionales y educativas. Sor Aurora, socia voluntaria de la Cooperativa, es responsable educativa del Proyecto, mantiene los contactos entre la cárcel y la fábrica de pasta y, a través de los coloquios personales, identifica y señala a los chicos adecuados y listos para esta experiencia.

En este momento han sido contratados con contrato regular tres chicos: una chica actualmente detenida, que cada día sale a trabajar en el artículo 21, es decir, sin acompañamiento de la policía penitenciaria; y otros dos chicos, ambos ex detenidos, que están terminando su condena en el exterior, en una medida alternativa. Cada uno de ellos tiene un contrato regular, con vacaciones y enfermedades remuneradas, con la decimotercera, con todos los privilegios de un contrato de duración determinada, que luego se podrá transformar indefinidamente, para quien quiera continuar el recorrido y para los más meritorios. En el interior de la fábrica de pasta podrán trabajar unos 20 chicos del circuito penal juvenil, procedentes tanto de la cárcel como de los servicios sociales penales.

¿Por qué se eligió la pasta? Responde así sor Aurora: “Ante todo porque es un producto simple, sobre la mesa de todos; así son nuestros jóvenes: son sencillos y espontáneos, a veces sin demasiados filtros, pero sinceros. Además, el proceso para hacer la pasta es largo, necesita materias primas de buena calidad, que sin embargo hay que dosificar con cuidado; así con nuestros muchachos hay que aprender a dosificar con cariño y reglas, como diría don Bosco ‘razón y cariño’.

Y luego para el proceso de producción de la pasta se necesita tiempo, se necesita atención; y así es también la vida de estos chicos. Lleva mucho tiempo descubrirse a sí mismo y redescubrir las hermosas cualidades que cada uno de ellos lleva en sí. El período de detención debe ser precisamente ese tiempo en el que se ayuda a los niños a conocerse a sí mismos, a mirar por dentro, a asumir la responsabilidad de sus propios errores y a buscar en sí mismos, incluso con la ayuda de adultos confiables, la parte hermosa, el “punto accesible al bien” del que habla don Bosco, para luego volver a desear algo hermoso para el futuro.

Para hacer esto, como para hacer pasta, se necesita un sacrificio que al final conduce a una gran satisfacción. Esta experiencia nueva quiere precisamente insertarse en este proceso que los chicos están llamados a hacer una vez que han entrado en el Instituto Penal: es un signo concreto de confianza y de acompañamiento para ayudar a estos chicos a volver a soñar y a descubrir el bien en ellos, es una obra de prevención y de ofrecimiento de una segunda oportunidad”.

La pasta de la fábrica “Futuro” está hecha con una sémola de trigo preciosa, procedente de cultivos exclusivamente de Lazio, estirada al bronce y trabajada con un lento secado. Además, todo el proceso es seguido a mano por los chicos: también el empaquetado y etiquetado de cada paquete de pasta se realiza a mano, precisamente para dar sentido al trabajo y poder ingresar en el programa el mayor número de chicos. La fábrica de pasta está lista para producir 2 toneladas de pasta al día, aunque, por el momento, se están produciendo alrededor de 2 toneladas por semana, para poder formar a los primeros jóvenes que, a su vez, se convertirán en los formadores de los siguientes.

La fábrica de pasta “Futuro” también quiere ser un lugar de encuentro. Dentro de la estructura se construyó un aula con vistas a la zona de producción, con el deseo de abrir esta estructura a las escuelas secundarias y superiores de Roma, una vez a la semana. De hecho, se ha pensado que esta experiencia de encuentro entre los chicos de las escuelas y los jóvenes trabajadores puede ser una experiencia formativa y preventiva. Los niños de las escuelas podrán ver todo el proceso de producción de la pasta y conocer a chicos de su edad, o un poco mayores, que después de experiencias de derrota están buscando una revancha.

“Esta experiencia quiere ser un salvavidas para estos chicos que habiendo  fracasado en el objetivo de la vida, desean volver a ponerse en marcha, especialmente después de experimentar la falta de aire… queremos ofrecer salvavidas para que puedan tener una alternativa al contexto sufrido o elegido y puedan sentirse en familia con relaciones positivas y encontrar un hogar, y a través de un trabajo honesto y remunerado, poner en forma provechosa a disposición de la sociedad su hermosa personalidad; porque la vida de cada chico que se ha equivocado no puede resumirse en su error sino que debe florecer de manera constructiva”, son las palabras muy “salesianas” pronunciadas por Mons. Baturi en la inauguración.

“Para nosotros, como Iglesia, este es un compromiso constante para poner en práctica el evangelio de Jesús: amar sin juzgar, mirar al otro que puede haberse equivocado, pero no considerarlo equivocado, porque Jesús concede salvación a TODOS”, concluye sor Aurora.

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