Roma (Italia). El 1 de enero de 2024 se celebra la 57 Jornada mundial de la paz, instituida por el Papa Pablo VI en 1968, invitando a todos a la oración y a la reflexión sobre este don que hay que pedir incesantemente, para promover caminos orientados a la paz para toda la humanidad.
“Al inicio del nuevo año, tiempo de gracia que el Señor nos da a cada uno de nosotros, quisiera dirigirme al pueblo de Dios, a las naciones, a los jefes de Estado y de Gobierno, a los representantes de las diversas religiones y de la sociedad civil, a todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo para expresar mis mejores deseos de paz”.
Es el comienzo del Mensaje del Papa Francisco que pone el acento en un tema de grandísima actualidad – “Inteligencia artificial y paz” – y en el que, mientras se regocija por “los extraordinarios logros de la ciencia y de la tecnología”, expresa su preocupación por los peligros que pueden suponer para la casa común y habla de “emocionantes oportunidades y graves riesgos, con serias consecuencias para la búsqueda de la justicia y de la armonía entre los pueblos”.
Señala, además algunas cuestiones urgentes: “¿Cuáles serán las consecuencias a medio y largo plazo de las nuevas tecnologías digitales? ¿Y qué impacto tendrán en la vida de los individuos y de la sociedad, en la estabilidad internacional y en la paz?”.
El Papa subraya la dimensión ética que subyace a la investigación científica y a las innovaciones tecnológicas, ligada “a las opciones condicionadas por los valores personales, sociales y culturales de cada época”, que determinan las “Decisiones de quienes diseñan la experimentación y dirigen la producción hacia objetivos particulares”.
Sin embargo, constatando que “no es suficiente suponer, por parte de quienes diseñan algoritmos y tecnologías digitales, un compromiso de actuar de manera ética y responsable”, expresa la necesidad de “reforzar o, en caso necesario, crear organismos encargados de examinar las cuestiones éticas emergentes y de proteger los derechos de las personas que utilizan o se ven afectadas por la inteligencia artificial”, y de acompañar la expansión tecnológica mediante “una formación adecuada para la responsabilidad de su desarrollo”.
El Santo Padre indica además como “criterios indiscutibles” en la base del desarrollo de nuevas tecnologías y para la evaluación previa de su empleo la “dignidad intrínseca de cada persona y la fraternidad que nos une como miembros de la única familia humana”, en cuanto “Los desarrollos tecnológicos que no conducen a una mejora de la calidad de vida de toda la humanidad, sino al contrario agravan las desigualdades y los conflictos, nunca podrán ser considerados como verdadero progreso”.
Son numerosos los desafíos – técnicos, pero también antropológicos, educativos, sociales y políticos – que lleva consigo la inteligencia artificial, de la que ya está impregnado el mundo actual y que será cada vez más importante. Por tanto, es necesario “ser conscientes de las rápidas transformaciones en curso y gestionarlas de modo que se salvaguarden los derechos humanos fundamentales, respetando las instituciones y las leyes que promueven el desarrollo humano integral. La inteligencia artificial debe estar al servicio del mejor potencial humano y de nuestras más altas aspiraciones, no compitiendo con ellas”.
Uno de los desafíos que el Papa Francisco destaca particularmente es el desafío educativo, que interpela a profesores y educadores en su método – “Los jóvenes están creciendo en entornos culturales impregnados de tecnología y esto no puede dejar de cuestionar los métodos de enseñanza y formación” – exigiendo cada vez más la capacidad de promover el pensamiento crítico y de acompañar a los jóvenes a desarrollar “una capacidad de discernimiento en el uso de datos y contenidos recogidos en la web o producidos por sistemas de inteligencia artificial. Las escuelas, universidades y sociedades científicas están llamadas a ayudar a los estudiantes y a los profesionales a hacer propios los aspectos sociales y éticos del desarrollo y el uso de la tecnología”.
Son opciones que hay que llevar adelante a nivel personal y comunitario, como subraya también Madre Chiara Cazzuola, Superiora general del Instituto FMA, en su mensaje de felicitación “Navidad de luz y de paz” diciendo: “La paz es un bien inestimable y depende, en gran parte, de las políticas de los gobiernos, pero también depende de las elecciones que podemos hacer nosotros como personas, como comunidad, como ciudadanos del mundo” y reafirmando la importancia del lenguaje, porque la paz se construye también “desarmando nuestro corazón y suavizando nuestras palabras”.
“Que los fieles cristianos, los creyentes de diversas religiones y los hombres y mujeres de buena voluntad colaboren en armonía para aprovechar las oportunidades y afrontar los desafíos planteados por la revolución digital, y entregar a las generaciones futuras un mundo más solidario, justo y pacífico” es el deseo con el que el Papa Francisco termina el Mensaje para la Jornada mundial de la paz 2024.
Anno Nuovo
Poesia di Giovanni Minio
Viene l’anno nuovo
ma il nuovo non è mai venuto,
ne tra noi,
ne sulla Terra,
dove c’è sempre stata la guerra.
Così festeggiando questa data,
ci auguriamo come sempre,
una prossima fermata,
dove scendere tra pace, fiori e felicità.
Ma purtroppo il Mondo non cambierà!
Comunque baciamoci
e scambiamoci gli auguri,
perché questa è tradizione
e perché così ci va!
Viva , viva il cambiamento,
anche se non ci sarà!
Comunque questo è un momento,
che sempre ci emozionerà!