Cesuna (Italia). El 2 de diciembre de 2022 las Hijas de María Auxiliadora de la Comunidad Maria Ausiliatrice, con los colaboradores del Centro de espiritualidad Villa Tabor de Cesuna, en la provincia de Vicenza, de la Inspectoría S. Maria D. Mazzarello (ITV), interpelados por la Deliberación capitular que reclama que se escuche el grito de la tierra y que se cumplan opciones valientes en la óptica de la ecología integral, vivieron un encuentro de formación ecológica.
Sor Anna Maria Zagonel, Directora del Centro, motivó así la elección del tema: “Habitamos en el Altoplano de Asiago, a 1040 metros de altitud, inmersas en un luminoso paisaje que asombra y regenera. Pero también aquí vemos y sentimos el grito de la tierra que nos interpela: árboles talados por la tormenta Vaia (desatada en los Dolomitas entre octubre y noviembre de 2018), abetos secados por el escarabajo de la corteza (un insecto parásito de la madera), bosques y caminos a menudo sembrados con desechos …
Nuestra estructura da la bienvenida a huéspedes de diferentes orígenes, edades y peticiones: grupos de familias, cursos de Ejercicios Espirituales, días de entrenamiento, vacaciones relajantes, grupos de jóvenes. Nos hicimos la pregunta: ¿Se pueden reducir los residuos que nosotros y los huéspedes producimos? ¿Podemos diferenciarlos mejor, para que podamos reciclar mayor cantidad de ellos? ¿No podríamos también promover buenas prácticas para colaborar en la restauración de la tierra?”.
Por ello, la Comunidad se ha puesto en contacto con ETRA (Energía Territorio Recursos Ambientales), una multiempresa de propiedad pública que lleva a cabo una serie de servicios relacionados con la gestión del servicio integrado del agua y la gestión de residuos en la cuenca del río Brenta, desde la meseta de Asiago hasta las Colinas Euganeas.
El 2 de diciembre, el Dr. Alessio Piva de ETRA, por medio de videos, datos y presentación de algunas cadenas de reciclaje, proporcionó una serie de indicaciones prácticas, invitando a los participantes a capacitarse y contribuir atenta y cuidadosamente a la recolección separada de residuos, y a convertirse en promotores de buenas prácticas ecológicas.
El siguiente paso fue “pasar de los conocimientos a los hechos”: “juntos decidimos monitorear nuestros comportamientos, revisar las herramientas y los métodos implementados y, en consecuencia, decidir sobre las correcciones apropiadas a nuestros hábitos, utilizando también carpetas adecuadas, lo bastante nuevas y bonitas. Al hacer esto, estamos convencidas de que podemos contribuir al objetivo de reducir el volumen de residuos a eliminar, especialmente para colaborar en el reciclaje de los mismos transformándolos en un recurso para el bien de muchos y cuidar la belleza de la creación”, explica sor Anna Maria.
El cuidado de la formación ecológica es fundamental para vivir y acompañar a vivir en plenitud la experiencia en Villa Tabor, un espacio inmerso en el verde donde despertar y recuperar las energías interiores.
Confiada a las FMA en el 1943, Villa Tabor nació precisamente para cuidar de la espiritualidad de grupos de jóvenes, acompañados a descubrir y reencontrar la belleza de la vida en contacto con la naturaleza.
Hoy en día, como casa de vacaciones, tiene capacidad para 70 personas y está abierta a todos – pequeños grupos y familias, jóvenes, religiosos/as – poniendo a disposición de los huéspedes los espacios interiores para el trabajo en grandes y pequeños grupos, una iglesia dedicada a la Transfiguración de Jesús en el Tabor y el parque privado de unos 1300 metros cuadrados, que rodea completamente la propiedad.
Son diversas las actividades que pueden encontrar espacio en Villa Tabor, como ejercicios espirituales, retiros, programaciones de entes eclesiásticos y movimientos, … Según las necesidades, ofrece la posibilidad de: vivir un tiempo de reposo y vacaciones; compartir algunos momentos de oración y servicio con la Comunidad FMA; adherirse a las experiencias educativas que la casa propone; adaptar la oferta a propuestas educativas, formativas, espirituales y culturales de grupos formales e informales.
“Vivir la vocación de ser guardianes de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no constituye algo opcional y menos un aspecto secundario de la experiencia cristiana” (Laudato Si’, 271).