Roma (Italia). La 60ª Jornada de Oración por las Vocaciones se celebró el 30 de abril de 2023, “una oportunidad para recordar la alegría del encuentro con Jesús, que nos libra de la tristeza de una vida encerrada en la prisión del individualismo, amplía nuestros horizontes, llena nuestros corazones” , como sugiere el cardenal Lazzaro You Heung-sik , Prefecto del Dicasterio para el Clero, en la Rueda de Prensa de presentación del Mensaje del Santo Padre, el 26 de abril.
En las palabras introductorias del Mensaje, sobre el tema Vocación: gracia y misión, el Papa Francisco indica a San Pablo VI como iniciador, en 1964, durante el Concilio Ecuménico Vaticano II, de esta “iniciativa providencial que tiene como objetivo ayudar a los miembros de la Pueblo de Dios, personalmente y en comunidad, para responder a la llamada y misión que el Señor encomienda a todos en el mundo de hoy, con sus heridas y sus esperanzas, sus desafíos y sus logros”.
Con el tema propuesto, el Papa considera la celebración de la Jornada mundial de oración por las vocaciones este año como una preciosa ocasión para redescubrir con asombro que la llamada del Señor es gracia, es don gratuito, y al mismo tiempo es compromiso para ir, salir a llevar el Evangelio.
“Animado por el Espíritu -dice el Papa-, el cristiano se deja interpelar por las periferias existenciales y es sensible a los dramas humanos, teniendo siempre presente que la misión es obra de Dios y no se realiza solo, sino en la comunión eclesial, junto a los hermanos y hermanas, guiados por los Pastores”.
Continuando su reflexión, el Santo Padre subraya cómo toda persona humana es elegida por Dios, en Cristo, Dios Padre “nos eligió antes de la creación del mundo para ser santos e irreprensibles ante él en la caridad, predestinándonos a ser sus hijos adoptivos por Jesucristo, según el designio amoroso de su voluntad» (Ef 1, 4-5).
Es una llamada “inscrita en las fibras de nuestro ser y portadora del secreto de la felicidad”, a la que llega por la acción del Espíritu Santo, como lo fue para Jorge Mario Bergoglio, quien relata su experiencia autobiográfica: “Ha sido así para mí el 21 de septiembre de 1953 cuando, de iba a la fiesta estudiantil anual, sentí la necesidad de entrar en la iglesia y confesarme. Ese día cambió mi vida y dejó una huella en ella que perdura hasta el día de hoy”.
Es una llamada a la entrega que, como dice el Papa, “se abre paso poco a poco, a lo largo del camino”. En esta perspectiva, la primera opción del XXIV Capítulo General del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora dice: “Revivamos y testimoniamos juntas la belleza de la vocación salesiana poniéndonos en estado de formación permanente para un renovado impulso vocacional”.
Es un don gratuito que espera una respuesta gratuita, según la estructura propia de la vocación – “Dios llama amando y nosotros, agradecidos, respondemos amando”, – una llamada que incluye el envío: “No hay vocación sin misión. Y no hay felicidad y realización plena sin ofrecer a los demás la nueva vida que hemos encontrado”.
Refiriéndose al icono de los discípulos de Emaús, el Papa Francisco habla de la importancia de tener una experiencia profunda de Jesús, para poder, a su vez, convertirse en testigos, “apóstoles”. Tener un “corazón ardiente” para las FMA hoy, “en el horizonte de una renovada pastoral juvenil”, podría consistir en aceptar el desafío de “impulsar la promoción vocacional a partir de la escucha de los jóvenes, empleando fuerzas y recursos en el acompañamiento y el discernimiento, involucrando a toda la comunidad educativa”.
El Papa Francisco precisa también que la llamada se realiza en el seno de la comunidad de la Iglesia, la Ekklesía, palabra griega que describe una asamblea de personas llamadas y convocadas, para formar la comunidad de discípulos misioneros de Jesucristo comprometidos a compartir el amor entre ellos y difundir ese amor a todos. “En este sentido, la Iglesia es una sinfonía vocacional, con todas las vocaciones unidas y distintas en armonía y juntas ‘en salida’ para irradiar en el mundo la vida nueva del Reino de Dios”.
El Capítulo General XXIV nos invita a sumarnos al camino sinodal de la Iglesia, donde “somos llamados, como pueblo de Dios, a vivir en sinergia la diversidad de vocaciones y carismas”. Esto exige asumir, tanto a nivel personal como comunitario, ” la responsabilidad de vivir la sinodalidad, abierta a la escucha y al acompañamiento, en espíritu de familia, para dar testimonio de la profecía de la comunión, creciendo en la corresponsabilidad, la subsidiariedad y la mentalidad de planificación”.
Al final de su Mensaje, el Papa Francisco describe la vocación como “don y tarea, fuente de vida nueva y de verdadera alegría” con la esperanza de que las iniciativas de oración y animación vinculadas a la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones puedan fortalecer la sensibilidad vocacional en las familias, en las comunidades parroquiales y de vida consagrada, en las asociaciones y movimientos eclesiales.