Roma (Italia). El 8 de julio de 2021 en Roma, en la Basílica de S. Maria in Trastevere, se llevó a cabo el Webinar “La Iglesia arde. El futuro del cristianismo”, con la intervención del Prof. Andrea Riccardi, organizado por la Comunidad de Sant’Egidio –movimiento laico internacional dedicado a la plegaria, a los pobres y a la paz – . El objetivo era orientar y afrontar los retos a los que se enfrenta la Iglesia, el mundo, la vida consagrada, los laicos, a partir de la visión de la Carta Encíclica Fratelli tutti y del desafío de la pandemia.
En la Basílica estaba presente un grupo de religiosos/as y de laicos, con el respeto de las normas anti-Covid. Numerosos fueron los/las participantes conectados online de todo el mundo, a través del canal Youtube de la Comunidad de Sant’Egidio, favorecidos por la traducción simultánea en las lenguas italiana, inglesa, española y francesa.
El encuentro se abrió con el saludo de don Marco Gnavi, párroco de la Basílica de Santa Maria en Trastevere, y la introducción de Sor Yvonne Reungoat, Madre General del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora y Presidenta de la Unión de Superiores Mayores de Italia (USMI).
Madre Yvonne, después de haber presentado al Prof. Andrea Riccardi como Fundador de la Comunidad de Sant’Egido, historiador y ensayista, autor del libro “La Iglesia arde. El futuro del cristianismo”, dijo:
“Es bueno poder compartir juntos – personas con vocaciones diferentes – lo que llevamos en el corazón. El libro de Andrea Riccardi es muy actual por el coraje de las preguntas, de una Iglesia enraizada en un mundo en plena transformación, del cual la Iglesia misma está tocada. El coraje de hacerse preguntas, de vivir la crisis y buscar vías de apertura al futuro. (…) Andrea Riccardi nos ayudará a entrar en esta realidad de crisis no como un problema, sino como una oportunidad, una interpelación, un salto hacia el futuro, a condición de que la podamos vivir en comunión con todas las luces que el Espíritu Santo nos puede dar, pero también con la escucha de los eventos, de las circunstancias. (…) Hay mucha vitalidad, incluso ahora, señal de que la crisis es fuente de vida”.
El Prof. Riccardi, en su amplia y articulada reflexión, releyó las crisis actuales recordando los fundamentos históricos de las mismas, con una mirada específica al rol de la vida religiosa de este tiempo, sobre la base de su experiencia de proximidad a los pobres y de compromiso en la construcción de la paz. Varias veces subrayó cómo en la Iglesia la vida religiosa es siempre percibida al lado de la gente, dándole un rostro propiamente evangélico.
La Encíclica Fratelli tutti del Papa Francisco iluminó las argumentaciones como propuesta de futuro para los cristianos y para los seres humanos que, en muchos contextos, viven la soledad y el vacío: “En la diferencia de nuestras vocaciones cada uno, en su poquedad, puede hacer crecer la corriente de amor y de fraternidad acercándose a los hombres. (…) Un viento de fraternidad que todo el mundo puede soplar”.
“La Iglesia – dijo Riccardi – es connatural a la fraternidad. Las comunidades religiosas nacieron como fraternidad, para realizar el ideal del Evangelio y de la Iglesia, y se han hecho “globalizaciones de una fraternidad”. (…) Las comunidades cristianas están llamadas a ser signo de fraternidad, de amistad y de paz”.
Subrayó el aspecto del cuidado de los otros: “Cuando una comunidad se cuida de una familia, renace como fraternidad: cuidarse de un pueblo nos hace hermanos. Porque el pobre es la piedra desechada sobre la que nosotros construimos la fraternidad”. Y subrayó la necesidad del compromiso personal para vivir la fraternidad: “Debemos dejar que sople el viento de la fraternidad y todos pueden hacerlo, buscando lo que une y apartando lo que divide. El viento de la fraternidad poco a poco hace caer los muros, regenera el tejido humano después de la crisis de la pandemia. El tejido humano se debe coser con la aguja de la fraternidad”.
El Prof. Riccardi terminó la reflexión expresando la convicción de que los/las religiosos/as tenemos una mayor afinidad con la llamada a la fraternidad del Papa Francisco: “Creo que los religiosos, hijos del sueño, que viven en la libertad y sienten un mundo de hermanos y de hermanas son los primeros receptores de este mensaje, porque conocen esta lengua”.
Las palabras conclusivas de Madre Yvonne Reungoat, que agradeció al Prof. Andrea Riccardi la perspectiva de esperanza con que compartió su experiencia y rica reflexión, evidenciaron cómo la vida religiosa está inmersa en el mundo y es indispensable caminar juntos:
“En la vida religiosa no existen las fronteras y la percepción constante de las esperanzas, luchas, preocupaciones y heridas del mundo es verdaderamente parte de nuestra vida. La vida religiosa está intentando ser un signo del amor concreto de Dios presente en medio de su pueblo en este momento, simplemente con la presencia entre carismas, con los laicos y las instituciones (…) porque sólo juntos se pueden encontrar caminos de comunión y de fraternidad”.
“El futuro está en nosotros y lo construimos nosotros, no solos, porque el Espíritu Santo está presente en el corazón del mundo y actúa, pero no podemos dejarnos dominar por los eventos y por las situaciones; debemos decidir qué futuro queremos construir. Cada decisión, cada paso es ya un futuro que empieza: ”He aquí que yo lo renuevo: ya está en marcha, ¿no lo reconocéis?’ (Is 43,19). Juntos podemos ayudarnos a ver los muchos signos de fraternidad, compartirlos, ver las semillas de novedad que están brotando, que están presentes y son signos de esperanza. Juntos podemos empezar de nuevo con una esperanza reforzada porque la crisis es fuente de vida nueva y el amor presente en nuestros corazones es siempre creativo, fecundo”.