Don Bosco maduró la opción de fundar una Congregación religiosa femenina para la educación de las jóvenes en atención a las demandas de su contexto, de la constatación del estado de abandono y pobreza en que se encontraban muchas chicas; del contacto con varios Institutos femeninos; de la confirmación del Papa Pío IX que lo animó en esta opción; de repetidos “sueños” y hechos extraordinarios contados por él mismo; de la profundidad de su devoción mariana: “Ten cuidado de ellas: son mis hijas” (Sueño 6 de julio de 1862).
Mientras él maduraba este proyecto, en Mornese (Alessandria), Maria Domenica Mazzarello, miembro de la Asociación de las Hijas de la Inmaculada, animaba un grupo de jóvenes mujeres que se dedicaban a las chicas del pueblo, con el fin de enseñarles la habilidad en la costura, y sobre todo, para orientarlas a ser buenas cristianas y honradas ciudadanas.
Dos sueños se encontraron convergiendo en un mismo ideal: hacer también nacer para las chicas y las jóvenes una Familia religiosa análoga a la de los Salesianos: un nuevo carisma educativo en la Iglesia. Para la fundación, Don Bosco escogió el grupo de las Hijas de la Inmaculada de Mornese. Maria Domenica Mazzarello fue Cofundadora en dar forma y desarrollo a la nueva institución.
El 5 de agosto de 1872 en Mornese el primer grupo de 11 jóvenes emitió la Primera Profesión para ser en la Iglesia y en la sociedad religiosas educadoras de las jóvenes especialmente de las clases populares. Permanecieron en la Casa de la fundación del 1872 al 1879. En aquel breve arco de tiempo se plasmó una identidad y una espiritualidad que tomó el nombre precisamente del pequeño pueblo de origen: el espíritu de Mornese. Guiadas por la sabiduría formadora de Madre Mazzarello, las FMA conjugan con creatividad el Sistema Preventivo de Don Bosco con los recursos femeninos y con las exigencias de la educación de la mujer y de la infancia, con una activa presencia en el ámbito de la escuela y de la catequesis.
Obtenida la aprobación diocesana de las Constituciones por el Obispo de Acqui, el 23 de enero de 1876, las FMA empujadas por el ardor misionero comienzan a salir de Mornese para llegar en 1877 al Uruguay y después a Argentina. A partir de entonces el Instituto se difunde sobre todo en Italia, en Europa y en América.
En el 1879 la Casa-madre se traslada a Nizza Monferrato (Asti) donde el Instituto abre la primera Escuela Normal para la formación de las maestras y experimenta un fuerte entusiasmo misionero y un prometedor aumento de vocaciones.
Desde el 1891 las FMA están presentes en Asia, desde el 1893 en África y desde el 1954 en Australia. La misión se realiza en una pluralidad de ambientes educativos abiertos a la multiculturalidad y a la interreligiosidad con una especial atención a las niñas, chicas y mujeres. En todas partes se busca mantener vivo el impulso misionero de los orígenes, “elemento esencial de la identidad del Instituto.” ( cf Constituciones FMA, art. 75), con vigilante atención a las exigencias de los tiempos y de las Iglesias particulares.
En 1906 – 1907 el Instituto, tras la publicación de las Normae secundum quas (1901), vive el proceso de separación de la Congregación Salesiana, sobre todo con referencia al aspecto administrativo y de la dependencia jurídica del Rector Mayor. Queda todavía la comunión y la efectiva colaboración en el compartir la espiritualidad del Fundador y la misión educativa.
Desde 1908 se constituyeron las primeras Inspectorías en Italia y en América Latina. En el 1911, después de 39 años de la fundación, el Papa Pio X concede la aprobación pontificia del Instituto.
Las FMA conocen hasta hoy un notable desarrollo geográfico que las orienta a dar respuestas a las necesidades educativas emergentes en los cinco continentes, con una variedad de obras educativas y promocionales salidas de la creatividad y de la audacia apostólica de las FMA. En todas partes responden a las inéditas pobrezas de los niños/as, de las jóvenes mujeres, de las familias, de los migrantes. De este modo el Instituto continúa experimentando nuevas formas de vitalidad carismática, también gracias a la valorización de la vocación laical de las Exalumnas/os y de los Salesianos Cooperadores con quienes comparten la misión educativa.
Santidad salesiana Instituto FMA (Perfiles)
“Los santos son el reflejo de la presencia de Dios. Los santos son nuestros hermanos y hermanas que han acogido la luz de Dios en su corazón y la han transmitido al mundo, cada uno según su propio tono. Ésta es la finalidad de la vida: hacer pasar la luz de Dios” (Papa Francisco)